IRON MAIDEN (GBR) «Seventh Son Of A Seventh Son» (EMI, 1988)
Por Daniel Gallar
11 de abril de 1988 y MAIDEN sacan su séptimo trabajo, ingeniosamente titulado «Seventh Son of a Seventh Son»… un álbum que por siempre marcó un antes y un después en la historia de la banda y en la historia del metal. «Seventh Son» sería el último disco «clásico» de los británicos y por supuesto con la formación «clásica» Dickinson-Murray-Smith-Harris-McBrain y, de alguna forma, este álbum es un reflejo de lo lejos que fueron capaces de llegar bajo la misma. «Seventh Son» es una obra fascinante y prodigiosa que nos muestra a unos MAIDEN en la absoluta cumbre creativa de su carrera. Si bien hasta entonces no habían sacado ni un solo disco malo, ya algunos fans habían dado la voz de alarma tras el lanzamiento del genial (al menos para mí) «Somewhere in Time»… ¿teclados en un disco de MAIDEN ? Pues sí, y guitarras y bajos sintetizados. Si bien cierta parte del público no llegó a captar ese ligero cambio de estilo, cualquier tipo de imperfección quedaría subsanado en «Seventh Son». Por otra parte, Dickinson, que después del World Slavery Tour acabó absolutamente exhausto a nivel psicológico y a causa de esto no pudo aportar absolutamente nada a nivel compositivo al «Somewhere in Time», estaba otra vez en plena forma y nos brindó letras antológicas en este séptimo álbum. MAIDEN se habían reinventado para este álbum. Ya eran un grupo ENORME y conocido por todos en el heavy metal, pero ahora se nos muestran con un álbum (casi) conceptual y un estilo denso, barroco, más oscuro, recargado y sudoroso. Un disco muy progresivo considerando que hablamos de un disco de metal de finales de los ochenta, con teclados ocasionales incorporados en su sonido con más acierto que en el álbum anterior y una dosis de dramatismo que nunca jamás volverían a alcanzar (ni por asomo). Supongo que desde una perspectiva de intentar componer un álbum interesante y desafiante para ellos mismos pero al mismo tiempo (de alguna forma) accesible para el público, «Seventh Son Of A Seventh Son» es el momento álgido indiscutible de la carrera del quinteto británico. Su obra maestra en el sentido de que la banda en general y cada uno de sus miembros se superan a todos los niveles.
El título «Seventh Son» funciona a muchos niveles, no sólo es el ingenio de que sea el séptimo disco de la banda. Para empezar se trata de el primer disco conceptual de MAIDEN … un momento, ¿es de verdad una obra conceptual como lo podría ser el magnífico «Operation Mindcrime» de los norteamericanos QUEENSRYCHE o el «Them» de KING DIAMOND? A día de hoy todavía hay división de opiniones parece ser. Está claro que gran parte de los temas que componen el álbum están basados en la novela «Seventh Son» del escritor norteamericano Orson Scott Card, que a su vez era el primer libro de la saga «The Tales of Alvin Maker». La novela gira en torno a una América colonial alternativa llena de magia y superstición en la que debido a las circunstancias de Alvin Miller, protagonista de la saga, al ser séptimo hijo varón de un séptimo hijo varón, se le conceden poderes sobrenaturales que le hacen al mismo tiempo correr grave peligro. Por otra parte, hay otros temas que no están relacionados directamente pero en los que sí que hay un indudable hilo conductor a nivel de fantasía, folklore (no, no me refiero a Marujita Díaz), historia y religión/creencias. También entra en juego en ocasiones el valor místico que siempre se ha dado al número siete en todos estos sentidos. Por lo tanto, yo me inclinaría por decir que «Seventh Son» sí que es un álbum conceptual aunque no tan hilvanado como el «Operation» de QUEENSRYCHE.
El «Somewhere On Tour» se había terminado y el incombustible Steve Harris estaba buscando inspiración para su séptima obra. Harris quedó tan impactado por esta novela que, tras hablar con Bruce por teléfono, se pusieron manos a la obra. El resto… es historia como quien dice. El tono de «Seventh Son» es diferente y se nota desde las primeras notas de la genial «Moonchild». «Somewhere In Time» era por así decirlo un gran disco pero con una atmósfera y letras más de andar por casa basadas en el concepto del paso del tiempo, vivir la vida al máximo pues sólo vivimos una vez, etc. etc. «Seventh Son» es mucho más serio, solemne y sombrío centrándose en el misticismo y la mitología.
Otro tema a tratar antes de ponernos manos a la obra con el desglose de temas es el de la producción de Martin Birch. Digamos que no es tan típica ochentera como la de «Somewhere In Time». Hay mucho menos reverb y la batería de Nicko tiene un sonido mucho más natural y orgánico. Por tanto este es otro aspecto que hace que «Seventh Son» saque ventaja a los discos anteriores. La producción de esta obra queda muy atemporal.
En el plano individual de cada miembro, dejemos una cosa clara: Harris es MAIDEN , y MAIDEN es Harris. Steve Harris ha sido, es y siempre será (esperemos que por muchos años) el auténtico cerebro y líder del grupo. Sin Harris no hay MAIDEN . Es imposible e inconcebible. Harris, como siempre, fue el artífice y compositor principal indiscutible de esta obra con tres temas escritos por él mismo y el resto al menos co-escritos salvo uno de ellos, el formidable «Moonchild» (Smith/Dickinson). Nunca en el mundo del metal se ha visto a un músico con tanto talento como ambición, determinación y visión personal de a dónde puede llegar un grupo. Y en el caso de Harris, además de ser uno de los mejores bajistas en la historia del metal habidos y por haber, lo cual prueba con creces en este disco con líneas de bajo progresivas y complejas que te harán perder la cabeza, nos deja muy claro en «Seventh Son» que también quedará por siempre en el recuerdo como icono musical y como compositor. Éste es también el disco en el que Nicko más se luce. Está absolutamente genial y ya era hora de que Nicko recibiera la ovación que siempre se llevan los otros. Siempre fue un batería extraordinario, super creativo que quizás no deslumbra a la primera escucha pero con el que con el tiempo uno empieza a pillar toques de genialidad y versatilidad escondidos a lo largo de las canciones. Sus aportaciones en el title track por ejemplo son de quitarse el sombrero. El dúo Murray-Smith llega aquí a su vez a su momento álgido indiscutible y más aún si tenemos en cuenta que Smith dejaría el grupo al poco tiempo de sacar el álbum. Una auténtica delicia para los amantes de la guitarra. Cada uno con su estilo particular deleitándonos con cada nota en cada solo con una pasión inusitada. Smith con esos solos con predominio de la melodía intercalando partes más bluseras y añadiendo una melodía-«conclusión» al final y Murray arrasando con su rapidez y pentatónicas y ese tono tan característico a veces un poco «nasal». A nivel de guitarra este dúo es difícil de superar. Ya para terminar, Bruce Dickinson nos brinda la mejor actuación de su carrera con una potencia hasta hora nunca vista en él, gran versatilidad e inteligentísima utilización del vibrato. En ciertos pasajes rasga un poco la voz –algo de lo que por desgracia abusaría en discos como «No Prayer For The Dying» o «Fear Of The Dark»– pero en «Seventh Son» queda fantástico en las partes más agresivas y densas.
Moonchild: Absolutamente maravillosa. Vaya forma de comenzar un álbum. El estribillo es de los mejores en toda la carrera de MAIDEN con una melodía de guitarra cortesía de Adrian Smith que pone la carne de gallina. Cuando empieza el tema de verdad después de la intro de teclado es una auténtica sensación… esos riffs de ensueño, ese bajo atronador trasteando como nunca y un Bruce cantando con una fuerza y pasión inigualables. En cierta forma este tema está impregnado de un halo de misticismo muy particular.
Infinite Dreams: Empieza como una balada pero algo te dice que no lo es. Hay algo siniestro en esas melodías inciales que, aunque suaves, tienen un toque amenazador y oscuro. La estructura de este tema es muy progresiva con infinidad de cambios de atmósfera, intensidad y ritmo. La parte central es de las más cañeras y pesadas de la historia de la banda. Yo diría que a partir del minuto 3:45 nos encontramos con un punto de inflexión en la historia del metal. La intensidad, el intercambio demencial de solos Murray-Smith, el bajo de Harris matándonos a tripletas, Nicko con sus toques de genialidad. Repito: un momento irrepetible en la historia del metal para un humilde servidor.
Can I Play With Madness: La prima hermana de «Wasted Years». Me imagino que les sería muy difícil hacer un «single» con un disco tan serio y solemne. Si tenemos eso en cuenta, «Can I Play» es una muy buena canción. Es cierto que no está al nivel de los demás cortes de la obra pero es un single de alto calibre que en su momento funcionó de maravilla en directo. Es un tema muy al grano, con un vídeo-clip muy divertido y uno de los solos más cortos de Murray (aunque muy efectivo).
The Evil That Men Do: Un tema con muchísimo dramatismo y un toque melancólico muy especial. La intro es muy atmosférica y el puente antes del estribillo con su “living on a razor’s edge… balancing on a ledge» es antológico. Un tema muy especial para mí y con el aliciente de tener uno de mis solos favoritos de Adrian Smith.
Seventh Son Of A Seventh Son: Este tema es PERFECTO. La atmósfera densa, los cambios de ritmo… el coro al principio… la parte central con Dickinson recitando la infame estrofa «so it shall be written, and so it shall be done». Me resultaría absolutamente imposible sacarle defectos a esta absoluta joya. Al terminar la parte central de nuevo nos encontramos con otro de esos momentos antológicos maidenescos con un intercambio de solos enloquecedor y uno de los mejores «whoooooh whooooh’s» de la historia de MAIDEN . Este tema es un claro ejemplo de la absoluta genialidad y visión musical de Steve Harris como compositor.
The Prophecy: El obligado tema Murray/Harris del disco y nos encontramos con un tema sorprendentemente pegadizo y bastante galopante aunque tirando a lento y pesado. Un tema muy infravalorado y, junto con «Déjà-Vu», quizás mi favorito dentro del tándem Murray/Harris. Las guitarras acústicas del final podrían estar sonando de fondo todo el tiempo y nunca me cansaría de ellas. Son absolutamente mágicas.
The Clairvoyant: Fue el tercer single del disco («The Evil That Men Do» sería el segundo) y es un tema muy clásico MAIDEN con esa intro de bajo tan especial. Una canción con unas letras excelentes, quizás las mejores del disco.
Only The Good Die Young: Tema MUY infravalorado. Siempre me ha parecido un auténtico temazo y perfecto para terminar esta obra maestra, con más estribillos pegadizos, solos endiablados y ese mini solo de bajo tan especial de Mr Harris para pasar a la outro que repite la intro de antes de «Moonchild».
¿Qué más puedo decir? Hay que escuchar de verdad y degustar esta joya para poder digerir tanto talento. Francamente, me resulta casi imposible pensar en un disco con tanta atmósfera y emoción, con un trabajo de guitarra tan exquisito y expresivo… tan redondo y perfecto. Un disco que te marca para siempre y del que no te librarás jamás. Con decir que éste fue el disco que me introdujo al mundo del metal creo que ya está todo dicho. Lo compré de niño en cassette gastándome todos mis ahorros justo el mes que salió después de haber visto el videoclip de “Can I Play With Madness” en el programa Tocata la noche antes. Tenía que hacerme con esa cinta pasara lo que pasara. Lo que ocurrió aquella misma tarde en mi casa una vez empecé a escuchar las primeras notas de “Moonchild” fue indescriptible, y es una sensación que se repite cada vez que escucho este disco. Me sigue estremeciendo tanto como aquella tarde mágica… ¿o es que mi mente se teletransporta cada vez que lo escucho? Ni idea, pero de no ser por «Seventh Son Of A Seventh Son» muy probablemente no estaría escribiendo estas líneas. Es denso, un poco más difícil de pillar que los otros discos, envolvente, pesado y siempre una experiencia casi mística. Compra o muere. Hoy más que nunca, ¡UP THE IRONS!
“Feel the sweat break on my brow
Is it me or is it shadows that are dancing on the walls?”
Nota - 9.9
9.9
Nota
¿Que más puedo decir? Hay que escuchar de verdad y degustar esta joya para poder digerir tanto talento. Francamente, me resulta casi imposible pensar en un disco con tanta atmósfera y emoción, con un trabajo de guitarra tan exquisito y expresivo... tan redondo y perfecto.
Obra maestra! También fue mi debut con Iron Maiden, y también fue por culpa del video-clip de «Can I Play With Madness» en la época, tema que si bien llegué incluso a odiar por empacho (ya no), tiene uno de los clips más carismáticos de la Doncella. Gran revisión, gracias por recordarlo!
Gracias… me alegro de que te haya gustado la reseña. ¡Saludos!
No podría haberla hecho mejor. Enhorabuena. Solo una pega…es un 10 claro!
Jajajaja… yo soy duro de pelar y no doy dieces como un profesor de Derecho Romano que tuve 😉