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[CRÍTICAS] PARKWAY DRIVE (AUS) «Ire» CD 2015 (Epitaph Records)

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Por: Titus Ferrer Bellés

Si, han metido coros en la mayoría de sus estribillos. Efectivamente, han cambiado su sonido, ahora ya no se conforman solo de Breakdowns.

Dicho esto. Intentaré no tener que volver a este tema más que lo justo y necesario, ya que me parece que se le está dando un peso excesivo para lo que luego realmente recae sobre el disco.

PARKWAY DRIVE han sido, y siguen siendo, los reyes del Metalcore. Un género joven, con un espíritu joven. De estructura generalmente sencilla, y por desgracia, posiblemente los días contados si no es por la existencia de discos como este.

Porque por mucho que nos guste, todo tiene un límite. Y yo desde una temporada hacia acá le estoy viendo las orejas al lobo. Noto como los grupos dejan de sorprender. Veo emerger nuevos proyectos que antes de haber sonado nunca ya suenan a repetido. Veo un pez que se muerde la cola.

Está claro que el Metalcore es el homónimo actual en cuanto a impacto social a lo que fue el Nu metal en su momento. Hay rasgos estilísticos que incluso comparten. Y por tanto es lógico que en un momento como este, ambos se respalden uno con otro.

Pero está claro que si tenemos que basarnos ahora mismo en lo que parece pedir el público, deberíamos seguir dándole vueltas a un género que empieza a mostrar síntomas de agotamiento. Y en este caso no estamos hablando de un disco que no contenga ninguno de los elementos que conforman el metalcore que tanto nos gusta. Por qué en “IRE” hay un cambio, sí, pero la esencia está ahí.

Está claro que, y ahora ya entro en materia, que hay una sobresaturación del elemento más distintivo del disco, que es el coro en los estribillos. Estoy con vosotros en ello. Este es también un elemento directamente importado del metalcore que tantísimo hemos disfrutado en mil y un conciertos. Y aquí sí que cierto que en busca de componer un álbum más accesible han abusado de un recurso que siempre les ha funcionado muy bien en directo. Y esto ciertamente camufla los buenos aciertos del disco en una falsa búsqueda de lo facilón.

Pero es que el disco va muchísimo más allá de eso, y al fin y al cabo si juntamos todos los coros del disco en una sola pista que no sale? ¿Un minuto? ¿Dos? Decidme: ¿Compensa basar una opinión entera en eso?

Porque según yo lo veo, aparte de un apartado vocal en el que a Winston se le nota más pletórico que nunca, el peso del álbum está en las sobrecogedoras melodías y atmosferas creadas por Jeff. Decidme si no si esa guitarra melódica de “Destroyer” no os lleva directamente al “Deep blue”. La diferencia para mi está en que en este caso han permitido recrearse acercándose a estructuras más rockeras que de costumbre. Pero eso no significa que nos hayan dejado. El disco entero suena a PARKWAY DRIVE de principio a fin. Incluso “Writtings on the Wall”, que es el tema que más descolocará a todo el mundo (Muchos parecen ya directamente odiarlo, como si de un tema representativo de la banda se tratase, cuando no es más que una curiosidad que funciona espectacularmente) termina recordando a los momentos más experimentales de “Atlas”, un disco que ya dejaba entrever esa curiosidad que sentían por la experimentación.

Para los enamorados del “Killing with a smile”, desde Byron bay nos sigue llegando tralla. Obviamente el estatus actual no permite ya unas grabaciones tan sucias y descarnadas como las de aquel álbum que les abrió las puertas del cielo, pero muestra que no olvidan sus raíces. El disco empieza a todo trapo con la ya mentada “Destroyer”, pero acto seguido ataca con “Dying to belive”, uno de los temas más acelerados del disco. Batería frenética, Guitarras afiladas y un breakdown matador la convierten en una de las mejores del álbum. Para más inri: “Crushed”, que ya la conocemos podría entrar también en la categoría de tralla áspera, junto a “The sound of violence” y “Dedicated”, que enamorará a los fans de Karma, Sleepwalker e incluso para aquellos que gustaban de “Dead man’s chest” o de las partes más machaconas de “Idols and anchors”.

Esto no significa que el resto de temas no repartan matraca. Pero si es cierto que están algo más estilizados sin por ello pasar a ser por ello radio hits. Pese a que si de calidad estuviésemos hablando, estarían altos en las listas.

PARKWAY DRIVE siempre han contado con un componente muy emocional. Y en este disco lo explotan como ya venían haciendo sobre todo desde “Deep blue” y “Atlas”. Sin haber podido profundizar todavía demasiado en el apartado de las letras, sí que es cierto que lo que he podido entender hace alusión sobre todo al odio que el mundo actual genera en el día a día. A nivel de temática siguen mostrando esa misma clase de desaliento. Y sea enfocado desde un punto de vista positivo o negativo, temas como “Vicious”, que es posiblemente uno de mis favoritos, con un estribillo que le eriza los pelos hasta al más pintado, o “Bottom Feeder”, clásico tema escupe-odio en todo disco de metalcore que se precie, son capaces de envolverle a uno en la potencia que las letras demandan. Mención especial en esta última a la colaboración con el difunto Michael Jackson, a la guitarra con Jeff. Un tema que ha dado que hablar, y que posiblemente sea un guiño autoconsciente. Tal vez una curiosidad inintencionada, pero nada más allá de un detalle simpático.

Por último, y como broche final, “Deathless song” es la que vendría a ser “The river” en este “IRE”. Melodía, pasión, y una guitarra absolutamente rockera directa al corazón. Sin ninguna clase de prejuicio PARKWAY DRIVE opta por cerrar el disco con un componente de epicidad que en este caso no viene dado por coros, si no por notas altas, una voz que deja de ser gutural para crear un rasgado desgarrador pero tierno a la vez y, lo repito, muchísima pasión.

Al final, y pese a que la balanza se decante más hacia este lado emocional acompañado de la melodía y el coro, el álbum ofrece mucha variedad, que ya de por si es algo difícil de encontrar actualmente en un disco del género. Está clara la intención de crear un álbum más accesible, más abierto a darle forma al dulce momento que la banda está viviendo. Si para ello tienen que escribir temas single como “Vice grip” o la épica “Fractures”, que también dará que hablar, estoy dispuesto a lidiar con ello. Pues en este caso creo que sí que hablamos de evolución, y el crecimiento en cuanto a púbico forma parte de la evolución de una banda. Un crecimiento que obviamente trae consigo memorias más afables, que más por lógica que por gusto tienden a verse reflejadas en la música que aquellos que las viven componen.

Por mi parte, estoy absolutamente a favor de estos ¿nuevos? PARKWAY DRIVE, y seguiré confiando en su buen hacer para futuras ocasiones.

Si de mi opinión se tratase, de ahora en adelante empezaría los conciertos con “Writtings on the Wall” a modo de estandarte representativo de un orgullo totalmente licito hacia este último gran trabajo.

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