Volvemos a tirar de literatura clásica y de las obras de grandes estudiosos. Allá por el año 1818 se publicaba por primera vez el “Dictionnaire Infernal” de Collin de Plancy. Allí se recogían, entre otras cosas, un listado de demonios, de anécdotas y obras del tráfico con el infierno. Adramelec, Alastor, Belial, Mammon o Volac pululaban por aquellas páginas. Sí, como yo, disfrutáis de la literatura y de la música a partes iguales, podéis adquirir dicha obra en edición facsímil si buscáis un poquito. ¡Colorea y aprende con Teo!
Si revisamos las páginas de dicho diccionario ¿Cuántos nombres os resultarán familiares y conoceréis alguna banda con dicho nombre? Y, por supuesto, huelga decir que el género de dichas bandas no va a ser AOR americano. Pues hoy vamos a hablar de un duque del Infierno, que cuenta con treinta y seis legiones de demonios a su servicio. Es el que enseña todas las artes y las ciencias. Además, declara los secretos de cualquiera, ya que conoce los pensamientos de todos los hombres y mujeres, los cuales puede manipular a su placer. Tan ilustre ángel caído que nos visita hoy es conocido como DANTALION y lo encontrareis referenciado en otra obra similar al “Dictionnaire Infernal” y se trata de “La llave menor de Salomón” o “Legemeton Clavicula Salomonis”, del siglo XVII, otro libro que, sin duda, ha influido en la búsqueda de los metaleros de un nombre para su banda. ¡Cuánta satisfacción nos dan autores como de Plancy, Lovecraft o Tolkien!
Pero el demonio que nos ocupa no es un advenedizo, pues la banda lleva metiendo ruido desde hace veinte años, que se dice pronto, y hace apenas una semana nos presentaron su último lanzamiento, el noveno larga duración de su carrera, bajo el título de “Fatum”. Abren con “Great funeral of Dawn”: tras un breve crescendo musical, la banda inicia un ominoso medio tiempo que ya nos confirma lo que sospechábamos bajo el nombre del conde infernal: Black Metal del bueno, pero con una musicalidad exquisita dirigida por las melódicas líneas de guitarras, que prontamente se transforman en esa agresión metálica característica del género impulsadas por una pulsante batería que, presa del frenesí, se arranca con los blast-beats. ¡Y que agudos se escuchan los platos cada vez que son golpeados por Naemoth! “Abyss eating serpent” corrobora mis palabras: ¡cómo suena esa campaña del Ride! La banda va a toda pastilla y a pesar de su apariencia salvaje y descarnada, la voz de Sanguinist tiene poder, tiene matices, no es un simple berreón delante de un micro. El interludio de la mitad del tema es realmente exquisito, y se aprecian todos los instrumentos, incluidas las ondulantes líneas de NatnoF. Es Black Metal sí, pero también es una música excelsa en todos los aspectos. Entendedme bien. Adoro los clásicos de los 90’s y adoro las dos vertientes: cuando el BM se grababa con un cuatro pistas y de modo amateur; y también cuando su musicalidad extrema fue llevada a niveles sublimes de complejidad compositiva y producción profesional. Aquí me encuentro con el perfecto equilibrio entre el respeto por los clásicos y el cuidado a la hora de grabarlo para que no suene como un montón de cacharros cayendo desde una alacena.
“Qayin Dominor Tumulus” se inicia con la desafiante voz de Sanguinist, como si, en efecto fuese el mismo Qayin (o Caín, despistado) el que alzase su voz y sus puños hacia el cielo antes de partir hacia la Tierra de Nod. El tema es otra demostración de ese equilibrio entre el BM y la musicalidad: las guitarras tejen quejumbrosas armonías y disonancias, la base rítmica es de una precisión y belleza absoluta, redondeando un tema con la perfección de unos BEHEMOTH. “Novena wake begins” se desgarra en la dirección contraria y es agresión pura desde su arranque, aunque tiene un par de interludios que rebajan el nivel de violencia y dan espacio para que el tema respire y te prepare para el siguiente alud sónico. “Hades vision” con su inicio modo acústico vuelve a las andadas de los medios tiempos, creando una atmósfera ideal para que la voz de Sanguinist se explaye por otros derroteros más cercanos a los angustiosos vocales de Jonas Bergqvist. “Exu king of souls Omulu” vuelve a compendiar el estilo de DANTALION como banda: un poquito de Old-School, una producción estupenda, destellos más actuales, una banda pletórica y con un absoluto control de lo que quieren y de cómo plasmarlo en música. Tanto es así que, a estas alturas del album, te meten un onírico interludio como “Mortuary song” para dejarte con el culo torcido y saltar al último corte: “Sounds of bells and open scissors”: si el título por sí solo ya mola mil, la arrancada de musicalidad extrema sigue siendo un recordatorio de que el Duque del Infierno conoce nuestros pensamientos, todos ellos y sabe lo que nos gusta.
Treinta y seis legiones de demonios a su servicio. Es el que enseña las artes y las ciencias. ¿Y acaso no es una de las Bellas Artes la música? ¿Acaso necesitáis más pruebas? No hace falta leer libros de demonología, no hace falta desempolvar viejos grimorios… Nada de eso, simplemente pinchaos el último trabajo de DANTALION y a disfrutar de horas y horas de oscuro regocijo.
Puntuación
Nota - 9
9
Nota
Treinta y seis legiones de demonios a su servicio. Es el que enseña las artes y las ciencias. ¿Y acaso no es una de las Bellas Artes la música? ¿Acaso necesitáis más pruebas? No hace falta leer libros de demonología, no hace falta desempolvar viejos grimorios… Nada de eso, simplemente pinchaos el último trabajo de DANTALION y a disfrutar de horas y horas de oscuro regocijo.