Entrevistas

YERMO (ESP)

Entrevista con David Muñoz

Como ya he indicado en varias ocasiones en la review, como la mitad de mi sangre es gallega, comparto parte de la idiosincrasia de ese pueblo. Y sí, hay veces que tengo morriña; considero que allí la lluvia es un arte y hay más de cien maneras de referirse a ella. Pero, hete aquí, que hay gente que siente esa nostalgia por esta tierra castellana que nos acoge. No me extraña, pero, ¡coño, me sorprende y hace replantearme el modo en que he mirado a Charrajevo (Salamanca, para los despistados)! David Muñoz, teclista de SUN OF THE DYING, se ha descolgado la guitarra del hombro y se ha marcado un proyecto con un primer trabajo homónimo con un rotundo nombre, YERMO.

Buenos días, buenas tardes y buenas noches. ¿Cómo y dónde te encuentras?
¡Hola! Muy bien, en el momento de contestar a estas preguntas estoy en Madrid, preparando la maleta para ir unos días fuera a tocar con Arwen acompañando a Angra y Ópera Magna, así que muy contento y ligeramente nervioso.

Cuéntanos un poco de tu bagaje musical y de dónde surge la idea del proyecto.
Llevo media vida tocando en bandas de Metal, y me pasé unos cuantos años amenizando fiestas en una orquesta a lo largo y ancho de la meseta. Me trasladé a Madrid hace ya bastante y aquí toco el teclado con dos bandas, una de Doom Death Metal llamada Sun of the Dying y una de Metal Melódico, Arwen.
Soy un tipo bastante inquieto y durante la pandemia Sun of the Dying, como la mayoría de bandas, tuvo que parar el motor. Es un grupo muy old school, muy de directo y de trabajarlo todo en el local de ensayo, así que había un montón de ideas que me iban surgiendo y que no tenían salida. Tengo la suerte de tener los medios para grabar, así que fui esbozando esquemas sin un propósito definido, más allá de disfrutar de esas ideas antes de que desapareciesen. Como apasionado del Metal Extremo y de la melodía, resultó que todo lo que grababa iba teniendo un mínimo de coherencia. Desde que era un chaval, viajando cada día y cada noche por los campos de Castilla, quería dedicarle un puñado de canciones a esa tierra, a algo tan árido y cruel, pero que al final tiene su belleza.
De alguna manera, Yermo nació de manera orgánica, no como algo planeado, y quizá por eso tiene una personalidad tan marcada.

Sí, lo reconozco. Tengo mezcla de gallega y castellano. Y sí, de carácter, soy muy castellano. ¿Qué es lo que destacarías tú del carácter de los castellanos?
Aunque creo que poco a poco los rasgos de los pueblos se van perdiendo en una sociedad cada vez más globalizada y homogénea, creo que sí que sigue habiendo una serie de características y conductas propias de mi zona. Que lo de que somos sobrios y reservados puede parecer un cliché, pero creo que algo hay. Como ejemplo: hace un montón de años estuve viviendo en Praga, e inevitablemente los primeros días nos juntamos unos cuantos españoles para echarnos una mano hasta que supiésemos algo del idioma. Para la mayoría el choque con la sociedad checa, a veces tan cerrada, parca en palabras y silenciosa, fue un pequeño choque. Yo me sentía como en casa. También este clima duro y este paisaje árido creo que ha marcado mucho la personalidad del pueblo, y creo que se refleja muy bien en los literatos de la zona e incluso de los escritores de fuera que se han visto inspirados por ella. Para mí, la prosa de Delibes, que es tan bella como libre de artificio, es la que mejor refleja Castilla.

La fuerza de espíritu, la honorabilidad, la hospitalidad. Todo eso está ahí, pero, ¿qué te llevó a grabar un disco, como quien dice, homenaje a nuestra patria chica? Porque los gallegos, tenemos morriña o saudade, ¿tanto te tira la tierra?
¡Y el buen vino, no se nos vaya a olvidar! Reconozco que soy un absoluto enamorado del norte de la península, y siempre que puedo escapo hacia arriba para disfrutar del paisaje, la gastronomía, el clima y la gente. Y ese norte es como la amante a la que quieres volver, algo intenso y, de algún modo, voluntario. Castilla es como esa abuela a la que obedeces, de gesto severo y formas rudas pero cariñosa, que te genera algo de rebeldía porque no entiendes su mezcla de calor y frialdad. Pero con los años te ves repitiendo sus comportamientos y echándola de menos, y te das cuenta de que te ha moldeado y te ha convertido sutilmente en la persona que eres. Es un amor sereno y reposado, no sin sus contradicciones, pero amor al fin y al cabo. Luego tiene un componente estético importante, que como decíamos ya han plasmado en papel muchos escritores. He escuchando decenas de discos de Metal extremo cantándole a la nieve, al frío, a las montañas… Creo que un anochecer sobre los campos de cebada puede ser igualmente inspirador.

Volviendo al trabajo, ¿cómo empiezas a componerlo, a gestarlo, como rescatas esos textos de Machado o de Unamuno?
Recuerdo que la primera canción que compuse para este trabajo fue Gris, partiendo de un fraseo de guitarra que llevaba algún tiempo dando vueltas por mi cabeza y el resto de temas fue surgiendo a partir de riffs y fragmentos en principio inconexos. Aunque siempre había querido dedicarle algunas canciones a Castilla, no hubo un concepto claro hasta que me puse a escribir las letras.
En el último disco de Sun of the Dying ya escribí una letra, White Skies and Grey Lands, de marcado tono castellano, recordando a mi difunto abuelo. En éste comencé a escribir la letra de El Peso del Sol, llevando en paralelo la decadencia de Castilla y la caída en la demencia de mi abuela, y el resto del disco casi se escribió solo. Era casi inevitable llevarme conmigo la poseía de Machado y de Unamuno, porque ellos han descrito mi tierra mucho mejor de lo que podría haberlo hecho yo, y me gustaría haber incluido más textos, pero muchas veces la métrica no cuadraba con las composiciones. En Un Mar de Polvo, afortunadamente, el poema de Unamuno encajó como un guante.

Una pregunta que siempre me hago en estos trabajos unipersonales, ¿cómo lo visualizas en tu cabeza? ¿Cómo vas armando todas las piezas? Porque sí, ahora con todos los programas que hay, como quien dice no hace falta contar con otros músicos, pero: la guitarra la quiero así, el tempo va a ir en tantos bpm, aquí van los coros… ¡Uff, un currazo de la leche!
Curiosamente en Yermo he hecho todo lo contrario a lo que suelo hacer cuando compongo para otras bandas. Normalmente creo una estructura, un esquema, y una vez está asentado empiezo a arreglarlo hasta que toma forma de canción. En este caso he partido de detalles, de riffs, de melodías, y las canciones han crecido de manera orgánica a partir de ahí, buscando los caminos que yo creía más coherentes o más emotivos. Por hacer una comparación, normalmente se hace el boceto de un árbol y luego vas añadiendo los trazos finos: las ramas, los nudos de la corteza…  Yo empecé dibujando una hoja y fui poniendo el árbol alrededor. Una vez ya la cosa parecía una canción añadía detalles de orquestación, algún solo de guitarra, o lo que me fuese pidiendo el cuerpo.
Al no tener compañeros que me parasen los pies a veces había ideas muy marcianas que se colaban, pero intenté que todo tuviese cierta coherencia. Fue bastante divertido, porque cuando empezaba una canción no sabía hacia dónde me iba a llevar, si iba a acabar siendo una pieza más sinfónica, más Doom, si iba a tener voces melódicas o guturales… Hubo muchas pruebas que tuve que desechar: hay un boceto de Gris con un solo de trompeta que nunca verá la luz.

Aquí, expláyate a gusto y háblanos sobre “Yermo” como trabajo.
A toro pasado, ahora que ya de verdad es un disco y no una colección de pensamientos, me siento bastante  contento con cómo ha quedado, y creo que refleja muy bien mi forma de vivir la música, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Sé que es un disco raro, que picotea de muchos estilos pero sin decantarse del todo por uno en concreto, y eso a veces te puede penalizar en nuestro ambiente, pero gran parte de la música que me gusta es así. Ante todo es un disco honesto y hecho con el corazón, sin ningún compromiso ni nadie a quien complacer, y creo que esa es su mayor virtud.
Me habría gustado contar con más cantantes invitados, ya que no me siendo del todo cómodo ante el micrófono por mucho que me guste y Eduardo y Héctor subieron muchísimo el nivel del disco, pero por cuestiones logísticas no fue posible.

Por ahora, ¿qué tal están yendo las críticas?
Mucho mejor de lo esperado, teniendo en cuenta que es un disco tan “diferente”. En general está gustando y suscita comparaciones con bandas que no tienen nada que ver unas con otras. Eso a mí, que me encanta música muy distinta, me parece una buena señal.

¿Y el último tema, “Vysehrad”, que es un recinto amurallado medieval de Praga?
Sí, es un barrio de Praga que tiene una espectacular iglesia neogótica y un precioso cementerio donde están enterrados checos ilustres como Karel Čapek, Alphonse Mucha y dos de mis compositores favoritos, Smetana y Dvořák. Estuve viviendo en esa ciudad una temporada y me sentí muy en casa, aquel era mi rincón favorito. Quería hacerle un pequeño homenaje en una canción que habla de nostalgia y de los amigos que ya no están.

¿Proyectos para el futuro con respecto a YERMO? ¿Puede que haya una continuación?
Aunque reconozco que entre Arwen y Sun of the Dying apenas tengo tiempo para más, sí que me gustaría darle continuidad al proyecto. Hay muchas ideas que he empezado a esbozar y creo que hay muchas cosas que se pueden hacer mejor, además de que me gustaría explorar un poquito más todo el tema de música tradicional sin que se convierta en Folk Metal, sino adaptando ritmos y armonías. Tengo muchas ganas de saber por dónde me puede llevar todo eso.

¿Cuáles consideras que han sido tus influencias a la hora de componer “Yermo”? Y también, un compendio de tus influencias musicales como músico. Esos discos fundamentales en tu existencia.
Me podría pasar horas mencionando discos y grupos que han influido para que Yermo sea lo que es, pero por mantenerlo relativamente breve hay una serie de bandas que, por su idiosincrasia y su uso de sus propios idiomas, han calado directamente y me han convencido de que Yermo podía ser así y no tenía por qué ser otro proyecto de Metal Extremo en inglés. La culpa fue de bandas como Negura Bunget, Orphaned Land, Vidres a la Sang, Novembre… Musicalmente en esa época estaba muy enganchado al Post Black de Karg o Heretoir y al Funeral Doom a lo Slow.
¿Y discos fundamentales en mi existencia? Uf, por dónde empezar… Desde luego todo lo de Anathema y The Gathering me parece espectacular, y hay unos cuantos discos que me cambiaron la vida como el Elodia de Lacrimosa, el Imaginations de Blind Guardian, Blackwater Park de Opeth, Underworld de Adagio, Fear of a Blank Planet de Porcupine Tree… Muchos, muchísimos, y de muchos estilos.

Muchas gracias por tu tiempo. Y ahora, micrófono abierto para ti.
Muchas gracias a ti y a Necromance Magazine por dedicarme este espacio. Cuando se habla del Metal underground enseguida nos vamos a las bandas, los sellos y algunas salas, pero la labor que realizáis los medios en esto es fundamental y nos permite a los músicos tener un lugar donde expresarnos y al público conocer nuevos grupos que de otra manera no habrían llegado a ellos.

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