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ICED EARTH (USA) «Incorruptible» CD 2017 (Century Media Records)

Por Lluís García Sola

Sin duda alguna, ICED EARTH son una de esas bandas absolutamente top dentro del Heavy Metal actual, pero sin embargo, a lo largo de su historia, por otra cosa, parece que nunca han llegado a coronar la escena como merecen, o no de forma estable. Probablemente el baile de vocalistas en sus inicios (Gene Adam y John Greely), la brillante etapa con Matt Barlow, la entrada de Tim “Ripper” Owens, la vuelta de Barlow y su posterior nueva marcha, la aparición de esa maquina llamada Stu Block… demasiados cambios en un puesto tan importante como éste. Y grandes obras coo “The Dark Saga”, “Something Wicked This Way Comes” o “The Glorious Burden” comienzan a estar ya muy alejadas en el tiempo, y si bien “Dystopia” fue toda una revelación, en “Plagues of Babylon” volvieron a sembrar ciertas dudas… que han quedado totalmente disipadas con este “Incorruptible”.

Tras el épico arranque instrumental  y coreado de “Great Heathen Army”, pronto dan un puñetazo sobre la mesa y nos muestran todas sus bajazas. Puro Heavy Metal de corte americano, con unos riffs afilados y violentos a cargo del incombustible Jon Schaffer, y un despliegue despiadado de recursos vocales que ponen de manifiesto el enorme talento que atesora Stu Block. Ojito el estribillo. “Black Flag” suena mucho más densa, más pesada, pero termina por desatar una cabalgada marca de la casa en un ritmo absolutamente increscendo, con unas armonías y solos de guitarra que Jake Dreyer ejecuta al más puro estilo IRON MAIDEN, a pesar del contraste tan poderoso típico de los de Florida presente en todo el corte. Bajan las revoluciones, y podemos coger aire, en la preciosa “Raven Wing”, enlazando pasajes acústicos con momentos eléctricos de gran intensidad, gozando de una melodía tremendamente pegadiza, al igual que su brillante estribillo.

Seguimos moviéndonos entre los tempos más pausados, que no calmados, del disco, con una notable “The Veil”, dibujando una bella melodía de tono melancólico, tan solo interrumpida por la juguetona guitarra de Dreyer, que encuentra en la garra de Schaffer su mayor aliado. Y hasta aquí llego la broma… o al menos eso debieron pensar y es que “Seven Headed Whore” no solo supone el trallazo del álbum, sino que firma uno de las composiciones más breves, directas y fieras de su carrera. Una aplastante base rítmica impulsada por la batería de Brent Smedley y el bajo de Luke Appleton, unos riffs salvajes tan reconocibles por parte de Schaffer que no dejan duda alguna de su autoría, y un repertorio de agudos imposibles y fuerza vocal que pocos cantantes pueden firmar con tanta solvencia a día de hoy. La épica resurge de la mano de “The Relic (Part 1)”, mucho más heavy, con unos fraseados de guitarra espectaculares y un Stu Block más relajado pero igual de eficiente. Aún tienen tiempo de ofrecernos un más que interesante tema instrumental con “Ghost Dance (Awaken The Ancestors)”, con ese halo tribal predominante durante todo su desarrollo. Siguen brillando con luz propia unas guitarras muy trabajadas a lo largo y ancho de todo el trabajo.

Una de las joyas, sino la joya, del disco la encontramos en “Brothers”. Un inicio que hace presagiar una lenta balada para explotar en un medio tiempo muy intenso, plagado de pasión y con unas melodías y estribillo que hará las delicias de todos los que disfrutamos de este tipo de composiciones tan características de la banda. Para que os hagáis una idea, podría recordar en su “alma” a temas como “Melancholy” o “Watching Over Me”. Esos riffs tan afilados entre melodías heavies vuelven a la carga en “Defiance”, que recupera la esencia del quinteto en toda su expresión. Y cierra este “Incorruptible” una de esas composiciones  tan del gusto de Schaffer y los suyos, “Clear The Way (December 13th, 1862)”. Un corte cercano a los diez minutos, retomando la épica histórica tan presente en la trayectoria de la banda, en referencia a la brigada irlandesa en la batalla de Fredericksburg en esta ocasión, y en la que la instrumentación cosecha pasajes francamente brillantes, de los más variado y con ciertas armonías de guitarra que me vuelven a recordar a los IRON MAIDEN más clásicos. Un punto y final a la altura de un disco como éste, que seguirá asentando a su buena legión de seguidores, y, bien seguro, incorporará un buen puñado de oyentes que hasta ahora quizás no se habían acercado o profundizado demasiado en su longeva y notable obra. La primera y cercana edición del DOWNLOAD FESTIVAL en nuestro país nos servirá para poder tener una primera toma de contacto con este poderoso disco, que, espero, les sirva de perfecta excusa para dejarse caer lo más pronto posible en una gira de presentación. La ocasión lo merece.

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