SALT ON SUNDAY (USA) «A Docket of Votive Offerings»
Autoeditado, 2024
Se conoce con el término de ofrenda votiva al objeto que se deja en un lugar sagrado por motivos rituales. El objetivo de dicha ofrenda es ganarse el favor de las fuerzas sobrenaturales que pueden llegar a operar sobre nuestro destino. Para el que crea, estará bien dejar esa ofrenda para poder regresar de una guerra, para curar una enfermedad o el motivo que corresponda. ¡Colorea y aprende con Teo!
La cuestión es que, en sus ratos libres, o en su mente inquieta, Adam R. Bryant, la cabeza pensante detrás de SALT ON SUNDAY, se ha gestado por su cuenta un álbum con el sugerente título de “A docket of votive offerings”. ¿Y de qué ofrendas votivas estamos hablando? El trabajo se inicia con “janara” con unos riffs muy en la onda stoner, con esa crujiente repetitividad que nos retrotrae a aquellos noventeros sonidos, aunque cuando entra la desgañitada voz en segundo plano, toda expectativa se va al traste. Y, entonces ya me quedo con la intriga: ¿me estoy metiendo en un rollo Post-stoner-black o qué? Y en vez de solventar alguna duda, entra el siguiente tema, “ancestor veneration”, que deambula entre lo etereo de las guitarras, la voz enterrada y gutural, las atmosferas Post y mientras el sonido se va desdibujando, quedan pistas de sonido abiertas y Adam R. Bryant no ha dado un solo indicio de lo que te puedes esperar como próximo movimiento. ¡Flipo!
“Everything is numb and I can no longer tell the difference between time” se inicia con estructura de canción de guitarras machaconas acompañadas de bajo grueso y la correspondiente voz desgarrada. Anclado en los delirios instrumentales de bandas como BUTTHOLE SURFERS con esas pinceladas entre el Kraut y el Surf Rock, aunque sigue evolucionado hacia esa mezcla disrruptiva entre géneros, porque… ¡Que me aspen si no hay también algo de Post-Black como el de los LIFELOVER! “Transportable architecture” se inicia con otro repertorio de riffs hipnóticos acompañados de una instrumentalización delirante y el tema me obliga a escucharlo de manera adictiva sin saber muy bien lo que estoy oyendo y dónde clasificarlo. Pero, ¿qué cojones? ¿Por qué hay que clasificarlo todo y no disfrutarlo directamente? Aunque, también advierto, ni se puede encasillar en ningún estilo concreto y hay muchos momentos de difícil escucha. ¡Me re-chifla! “Ti voglio bene” es un tema que si es cierto tiene una línea más concretada y más definida, con esos aires Post-Grunge. ¡Gracias, Adam, por darme un respiro! “Sotto il noce di benevento” es un tema simple, dentro de los parámetros de SALT ON SUNDAY: una escueta línea de guitarra, una pista de sonido casi opaca muy al rollo Drone y otra pista con un recitativo. “Ai will write my obituary” cuenta con una mandolina de fondo que te vuelve a trastocar mientras se va metiendo el acople de la guitarra eléctrica que salta a un rollo Post en su máxima definición del termino: la subversión de los patrones conocidos que definen los géneros para diluirlos en favor de la expresión creativa de Adam R. Bryant. Se cierra el álbum con “appropiate violence”, una larga pista de casi diez minutos. Unos sampleos de “El Padrino”, una tensa pista de cuerda, teclados, emotivo solo de guitarra eléctrica y…
Y así finaliza la demostración empírica de que puedes grabar un álbum excepcional sin adscribirse a modas estúpidas, ni encasillarte en un género, ni venderte al mejor postor. Adam R. Bryant es la prueba viviente de ello. Él solito, con sus manitas y su cabeza han pergeñado un álbum personal, muy personal. Quizá demasiado personal, por lo que, obviamente y por definición, no está diseñado para el gran público y su escucha supone un desafío intelectual. Pero, cuando lo escuchas unas cuantas veces, queda un poso, un veneno que te hace volver a él una y otra vez y descubrir que todo lo que habías pensado y asentado en las anteriores escuchas no es sino una mera ilusión. Descubres que el disco, con la nueva escucha, es completamente diferente a lo que recordabas. Es lo que tiene la magia de SALT ON SUNDAY.
Valoración
Portada - 10
Música - 10
Sonido y producción - 9
9.7
Nota
Adam R. Bryant es la prueba viviente de ello. Él solito, con sus manitas y su cabeza han pergeñado un álbum personal, muy personal. Quizá demasiado personal, por lo que, obviamente y por definición, no está diseñado para el gran público y su escucha supone un desafío intelectual.