MALUS VOTUM (USA) «Tradition»

Desde New Hampshire, Estados Unidos, nos llega el debut de MALUS VOTUM, en formato autoeditado y bajo el nombre de “Tradition”, nombre que ya nos desvela algo de lo que vamos a escuchar, pues pretenden crear un black metal de corte clásico con un sonido sucio y unas voces desgarradoras, pero que adecentan con unos pasajes atmosféricos que los elevan a la actualidad, dándole un toque más asequible. Tras este proyecto se encuentra la dupla formada por Grond Nefarious (batería, bajo y voces) y Goatlord (guitarra y voces), ambos con un amplio bagaje en el underground black metalero estadounidense, formando parte de bandas como PANZERGOD, OPRRESSIVE DESCENT, BLUT DER NACHT, SKULLSPLITTER, DAEMONIIS AD NOCTUM…

“The Feast On The Mountain”, inicia nuestra vieja andadura por pasajes oscuros, con un sonido sucio, pero definido, donde la percusión queda enmascarada por las guitarras afiladas pero muy ambientales que resurgen junto a un bajo omnipresente, así como unas voces infernales que alternan screams y lamentos, para dejarnos con un giro en su parte final hacia una visión espectral, proporcionada por los arreglos corales y la atmosfera que otorgan, que hacen que los casi diez minutos se pasen sin darte cuenta y nos adentremos en la misteriosa  “Prince Of The Culling Tide”, donde bajan el ritmo y marcan cada paso hacia una niebla frondosa que nos ciega la visión en su primera parte, pero que aguarda en sus entresijos unos riffs demenciales y blackmetaleros 100%, en una parte central muy agresiva que contrarresta con el final instrumental y onírico, antes de dar un giro marcado por los alaridos y un pequeño solo afilado de guitarra que escasean en este género primigenio.

“Ritual Of Cessation Of Forms”, mantiene la estructura instrumental, pero esta vez sin dejar paso a melodías atmosféricas, devolviendo la crudeza al género en sí, en uno de los cortes más agresivos del álbum, que al igual que “Wolf Age”, recrudecen esta parte final del pequeño álbum que MALUS VOTUM han creado con fuego, sangre y oscuridad, dejándonos dos partes bien diferenciadas, una primera más melódica y una segunda más cruda y primigenia.