FLESHGOD APOCALYPSE (ITA) «Opera»
Nuclear Blast Records, 2024
Hará cosa de unos cuantos años… Buenos, en realidad, ya nos podemos meter a hablar de un par de siglos, hubo un músico que asombró a Europa y al mundo con su técnica y su genialidad. A finales del siglo XVIII y principios del XIX reinó en la música Niccolò Paganini, apodado “El violinista del Diablo”. Y, como siempre, la idiocia humana haciendo de las suyas. Como tocaba a una velocidad de vértigo, realizaba prodigiosos alardes técnicos y asombraba con su complejidad, pues ahí estaba la mano del Maligno. ¡Colorea y aprende con Teo!
Lo mismo le pasó a Robert Johnson, el bluesman que revolucionó el método de tocar la guitarra y el Rey del Delta Blues. Desaparecido un tiempo en el cual no hubo registros de su vida, al volver a aparecer en la vida pública con su creativa forma de atacar el instrumento e innovaciones nunca vistas, en seguida se creó la leyenda popular de que el bueno de Robert había vendido su alma al Diablo en un cruce de caminos a cambio del éxito. Lo que es indudable es que tanto para Paganini como para Johnson había otra explicación más prosaica: horas y horas de ensayo, de estudio, como una obsesión enfermiza, el músico y su instrumento; horas y horas, días y días, semanas y meses y años… ¡Y no hay nada más! Pero como el crítico es un músico frustrado que no está dispuesto a pasar todo ese tiempo ensayando, recurre a la tonta justificación del Diablo. Es mejor así.
Lo que es indudable es que el virtuosismo de Paganini extendió su influencia a lo largo de los tiempos y llegó hasta el Rock, del que Robert Johnson es el Abuelo. Siglos después, gentes como Ritchie Blackmore, Joe Satriani o Steve Vai recuperaron el legado del Violinista del Diablo. Para cerrar el introito, os recomiendo la película “Cruce de Caminos”, dónde el último hace un papel. ¿Y a qué viene toda esta largada? Pues al virtuosismo, a la inexplicable y abrasadora pasión de determinados músicos y, luego ya si eso, a una determinada imagen. Y de eso, FLESHGOD APOCALYPSE van sobrados. Porque los italianos mezclan a la perfección esa imagen gótico-romántica con unas claras influencias musicales ancladas en la destreza musical que bebe tanto de Paganini como del Death Técnico. Y, ¿Qué podemos esperar de “Opera”, su nuevo y sexto trabajo publicado en agosto de este año por Nuclear Blast?
“Ode to Art (De’ sepolcri)” abre el trabajo enamorando, una endecha de piano y la voz de soprano de Verónica Bordacchini. Grandilocuente, sinfónica y estremecedora, da paso a “I can never die”. Eugene Ryabchenko está desatado tras las tímbalas y entra directamente en el Olimpo de los bateristas del Metal Extremo. Las guitarras de Fabio Bartoletti son afiladas y abrasadoras y los Francesco están en estado de gracia: tanto Paoli con la voz como Ferrini con las orquestaciones. La fórmula magistral que idearon en trabajos anteriores sigue presente y aquí van a por el Cum Laude. “Pendulum” baja de revoluciones y tiene el perfecto equilibrio entre fragmentos más abrasivos y las magistrales orquestaciones, el virtuosismo clásico y el Death más técnico. La fórmula les sigue funcionando a los italianos y continúan con “Bloodclock”. La banda, no sé de qué manera, se las ingenia para clavar los fragmentos sinfónicos y hacer que todo lo sinfónico que he escuchado a lo largo de décadas me parezca mediocre. Y lo mismo ocurre con “At war with my soul”, que me suena a gloria divina: Mozart mezclado con CELTIC FROST, con la mano del Maligno en los acordes y en los vientos, y en los coros y… ¿Cómo te vas a esperar que, una vez que FLESHGOD APOCALYPSE se han lanzado, vayan a quitar el pie del acelerador? Pues toma “Morphine Waltz”. Aquí incluso el mismísimo Paganini se las vería putas para seguirles el ritmo a los italianos. Y, entre todo el barullo, es que tienen unas orquestaciones que son alucinantes, la envidia de cualquier amante de la música clásica en particular y de la música, en general. “Matricide 8.21” cuenta con otro delirio instrumental y orquestado que se acopla a la perfección con la agresividad eléctrica del tema, como si hubiesen nacido para estar juntos e inextricablemente enlazados. Por no hablar de “Per aspera ad astra” y la locución latina es quizá la que más se ajusta a lo que hacen los italianos: llevarte por los tortuosos caminos del Death más bruto y técnico para, en un determinado momento, mostrarte toda la belleza de las estrellas, como con el siguiente tema, “Till Death do us apart”. Exhaustos, llegamos al final del trabajo con el homónimo “Opera”, un melancólico cierre a cargo del desnudo piano de Ferrini, pero comprensible y acertado en el universo sónico de este trabajo y de esta banda.
FLESHGOD APOCALYPSE no se han reinventado en este trabajo. Pero tampoco se han ablandado. Ya sabemos que todo con los italianos es complejo y no de fácil escucha. Simplemente han encontrado su senda y lo que han hecho ha sido profundizar en la misma. Y parece ser que ese camino está lleno de recovecos, de desvíos, de sendas sin explorar que, quizá, nos lleven hasta un cruce de caminos donde podamos firmar un contrato con el Maligno. ¿Mi alma a cambio de esta destreza, de éste virtuosismo? ¡Hmmm, interesante propuesta!
Valoración
Portada - 10
Música - 9
Sonido y Producción - 9
9.3
Nota
FLESHGOD APOCALYPSE no se han reinventado en este trabajo. Pero tampoco se han ablandado. Ya sabemos que todo con los italianos es complejo y no de fácil escucha. Simplemente han encontrado su senda y lo que han hecho ha sido profundizar en la misma.