THRESHOLD (GBR) “Dividing Lines”
Nuclear Blast Records, 2022

Cantaba el Rey Lagarto allá por 1970 “This is the strangest life I’ve ever known”. Me refiero, por supuesto, a Jim Morrison, a Jimbo, a King Lizard. Y me refiero también a THE DOORS y su tema “Waiting for the Sun”. Porque sí, porque “esta es la vida más rara que he conocido”. Hay que ver como las circunstancias y los eventos se acaban encontrando entre sí, como si se buscasen para encajar los unos con los otros. ¡Colorea y aprende con Teo!
Pongámonos en antecedes. Debía correr el año 1994 o 1995 y yo ya tenía unos cuantos años a mis espaldas como metal-head irredento y estaba ávido por escuchar cualquier cosa que sonase mínimamente metálica. No recuerdo en que programa de radio fue, pero el hecho es que emitieron un adelanto del nuevo lanzamiento de una banda que, por entonces, estaba subiendo y sacando unos trabajos excepcionales. Recuerdo que me volaron la cabeza y que apunté en mi libreta el nombre de dicha banda y aquel álbum que me llamaba como cantos de sirena. ¿La banda? THRESHOLD. Y el álbum era el “Psychedelicatessen”. Si es que con un trabajo titulado de aquella manera, tenía que ser bueno por cojones. El caso es que como vivo en un páramo intelectual, que es Salamanca (Charrajevo, como le decimos por aquí), por aquellos entonces había dos o tres tiendas de música -lo de las descargas por P2P y plataformas como Spotify vendrían años después- y encontrar algo de metal era misión imposible. Por sabe Ozzy que extraños avatares del destino no pude obtener mi copia de aquel disco, pero sí del siguiente, “Livedelica” que no era otra cosa que una serie de temas del “Psychedelicatessen” grabados en directo. Seguían siendo la banda y publicando trabajos con títulos alucinantes. Si rebusco entre mi colección de CD’s todavía lo conservo. Y aquí, media vida después estoy escribiendo sobre THRESHOLD y su nuevo trabajo, “Dividing Lines”. Como cantaba Rubén Blades: “Sorpresas te da la vida”.
“Haunted” abre con unos guitarrazos potentorros y enseguida la banda se lanza a su mezcla de metal progresivo, teclados grandilocuentes, estribillos pegadizos y coros poperos. Vaya músicos que se aglomeran bajo éste umbral (que eso es lo que significa el nombre de la banda). Karl Groom – el único miembro original desde 1988- se mete unos solos de aúpa, pero es que cualquiera de los que le acompañan brilla con luz propia. “Hall of echoes” deja apreciar la cálida voz de Glynn Morgan y en los estribillos se vienen recuerdos del AOR americano pero sin tanta ñoñería. ¿Y las teclas de Richard West? ¿Y la maravilla de “Let it burn”? La banda se sale en cada nota, en cada break, en cada solo y en cada intervención. Y lo mismo se puede decir de “Silenced”, con sus partes lentas y etéreas, sus juegos vocales, con el sonido tan característico de la banda.
“The Domino Effect” es una obraza de once minutos de duración donde la banda le aguanta la mirada a DREAM THEATER o a MARILLION o a quien se le ponga por delante. Es una pena que esta banda no sea más conocida porque calidad no les falta. Así que imaginaos mi sorpresa cuando aquel lejano día de la década de los 90’s me di de bruces con el “Livedelica”. Porque también hay que decirlo: Salamanca es Ciudad de Cultura. La realidad es que Charrajevo es un páramo cultural, salvo para determinados estilos “populares” o si tienes la suerte de ser “amigo de” o hay determinada afinidad política con… En fin, “Complex” lleva una intensa carga de conversaciones musicales entre West y Groom y todo encaja a la perfección. THRESHOLD no inventan nada nuevo, hay que decirlo también, pero después de tantos años, seguir en la senda, con un sonido y una identidad propia, te pueda dar una idea de que a esta gente le corresponde más de lo que han conseguido. Y que gorda suena “King of nothing” hasta que llega el interludio de piano y explotan en un estribillo completamente sublime. Y la banda no baja el listón con otro pelotazo como “Lost along the way” y se meten otra sobrada de excelencia compositiva, todo en su sitio, todo perfectamente ensamblado, nada es superfluo. Y para rematar esta jugada maestra, se marcan otra obraza de diez minutos titulada “Defence Condition” y todos y cada uno de los elementos están ahí: los mágicos dedos de Karl Groom, la cálida voz de Glynn Morgan, los teclados de West, el bajo de Steve Anderson clavando y redondeando el trabajo de Johanne James a las tímbalas. La banda se sale por todos los lados, en todos los aspectos, en todas las notas, en cada giro, en cada progresión, en cada break.
También he de decir una cosa. Nunca fui un gran fan de la banda. Nunca los seguí con asiduidad y tampoco tengo todos sus trabajos (ya os digo, flipe con lo que escuché del “Psychedelicatessen” y solo poseo el “Livedelica”). Pero esto demuestra la teoría del Rey Lagarto. Heme aquí, media vida después, escuchando su nuevo trabajo y reconociendo una verdad innegable: que esta es la vida más rara que he conocido y aquí ando rindiendo un sentido y sincero homenaje a THRESHOLD.
Puntuación
Nota - 9
9
Nota
También he de decir una cosa. Nunca fui un gran fan de la banda. Nunca los seguí con asiduidad y tampoco tengo todos sus trabajos (ya os digo, flipe con lo que escuché del “Psychedelicatessen” y solo poseo el “Livedelica”). Pero esto demuestra la teoría del Rey Lagarto. Heme aquí, media vida después, escuchando su nuevo trabajo y reconociendo una verdad innegable: que esta es la vida más rara que he conocido y aquí ando rindiendo un sentido y sincero homenaje a THRESHOLD.