Pues hoy, oh, niños y niñas, tiramos de nuevo de los tratados de demonología y criaturas infernales y nos vamos hasta la antigua Mesopotamia, donde nos encontramos con Pazuzu, el rey de los demonios del viento, hijo del dios Anu. El amigo ha traspasado siglos y milenios de historia y se ha dado a conocer en nuestros tiempos, debido a que en 1973, el director William Friedkin lo mostró al mundo como el demonio que poseía a Regan MacNeil en su película, “El Exorcista”. ¡Cágate, lorito, un demonio cinéfilo! ¡Colorea y aprende con Teo!
Lo que me jode es que se pierde parte de la historia del amigo Pazuzu. Y todo esto por pérdidas en la traducción (mira, otra referencia cinéfila, “Lost in Translation”, de Sofía Coppola). Lo que quiero decir es que si ahondamos en la investigación sobre Pazuzu, descubrimos que repelía a otros demonios y era guardián de los hogares, así como de las mujeres embarazadas y de las madres, protegiéndolas de Lamashtu, que esa sí que era cabrona. El hecho de lo que se pierde en las traducciones es que el nombre de Pazuzu viene de acadio, y es probable que de ahí llegase al griego, donde se utilizaba la palabra daímon, para referirse a poderes sobrenaturales, sin realizar distinciones entre si dicho poder tenía una tendencia hacia el bien o hacia el mal. La connotación negativa llegó cuando dicha palabra se incorporó al latín y de ahí vino el daemon que se incorporó a todas las lenguas romances. Pero, Pazuzu, el pobre rey de los daimones del viento quedó ya catalogado como maligno.
Pero estamos aquí para defender a los desheredados, a los descastados, a los deshechos de la sociedad. Aunque en el caso que nos ocupa – “Muuntautuja” se llama el trabajo- no hace falta. Tras casi veinte años en la brecha, el último álbum de los fineses ORANSSI PAZUZU se defiende por sí solo. Otro peldaño más en la escalera. Ahora bien, esa escalera, ¿hacia dónde va? ¿Sube al cielo o desciende al infierno?
“Bioalkemisti” inicia el trabajo con un tono de cuerdas realmente enervante para dar paso a un muro electrónico que nos recuerda de que palo van los fineses. El sonido que han ido perfilando a lo largo de estos años sigue presente y los teclados y los sintes de EviL (Ville Leppilahti) siguen saturando por todos los lados. “Muuntautuja” es otra flipada, el viaje de un cosmonauta pasado de ácido atrapado en un hipercubo mientras escucha las rarezas que grabaron en su momento los CELTIC FROST o sus evoluciones posteriores a través de TRIPTYKON o APOLLYON SUN. Y es que la cosa sigue con una alta carga electrónica a través de “Voitelu”, donde las notas progresivas y limpias del piano saltan y danzan por encima del saturado sonido. Ni se van a lo más bestia, ni a lo más acelerado ni a lo más sucio, ni a lo más distorsionado, pero el muro está perfectamente construido: solido, sin fisuras, cinco minutos que, para el no iniciado, se pueden convertir en una pesadilla. Más calmada y con un groove flipante comienza “Hautatuuli”. Dan ganas de coger alguna hierbecita de esas con las que el Diablo ha poblado nuestro planeta, liarte uno bueno y relajarte, dejando que el THC vaya haciendo efecto. El tema es todo atmósfera, el mismo cosmonauta que indicaba antes ha comenzado a flotar a la deriva y está tan plácido dejándose llevar.
Tras un breve interludio, seguimos con “Valotus”, un poco más opaca que las anteriores, pero igualmente intensa en cuanto a instrumentalización; ya sabemos, el muro saturado de ORANSSI PAZUZU, que es roto por unos ataques esporádicos de piano que van apareciendo aquí y allá hasta que finalmente la banda lo deja en solitario desarrollando una serie de acordes. Con ese falso momento de paz, vuelven a entrar todos de nuevo, todo acoples, todo estridencia, todo caos… Mucho he hablado con mis coetáneos, gente con las que se puede y da gusto hablar, sobre lo que fue, es y será el Black Metal. El Black fue la última gran frontera, la última gran revolución musical y, de aquellos VENOM, BATHORY o DARKTHRONE, vienen estos nuevos sonidos y hay que ser muy cazurro o analfabeto musical para no ver la gloriosa y magnífica evolución. Porque, por un lado, está bien que determinadas bandas sigan manteniéndose fieles al decálogo del estilo primigenio. Ya sabemos: apodos nefarios, corpse paint y toda la parafernalia. Pero… Por el otro lado están las bandas que, sobradamente, han demostrado, tal como indicaba antes, que el Black fue la última gran revolución musical, la última frontera. Más concretamente esa última frontera fue el punto de partida para que un montón de músicos a lo largo de todo el globo se planteasen qué había más allá del extremismo. Como un grupo de vikingos que se plantearan qué hay más allá de los titánicos anillos de Jörmungander que rodean a Midgard, el mundo de los hombres.
Pues ahí sigue ORANSSI PAZUZU con “Ikikäärme” y su siniestra atmosfera, un opus de cinematográficas reminiscencias, como lo que hizo ULVER con su “Scary Muzak”. El tema más extenso del trabajo deambula por esas densas atmosferas entre el sueño ligero y la pesadilla, entre la inquietud que provoca un sonido aparentemente inofensivo en el conticinio y la tensión subsiguiente. Y volvemos a la demostración empírica del párrafo anterior: aquel Black Metal estaba muy bien, y todavía lo adoramos. Pero ahora, en 2024, podemos seguir hablando del Black como aquella última gran revolución musical y ratificar que uno de los parámetros del BM era buscar el extremismo musical. Y, aun así, hay una belleza intrínseca que es apreciable, como en el cierre del trabajo con “Vierivä usva”. Eso sí, hay que educar el oído, porque no es música apta para mentes débiles.
No es ni el trabajo más revolucionario de la banda, ni en el más arriesgado, pero la banda sigue en su senda, como la entidad a la que hacen referencia con su nombre. Son ORANSSI PAZUZU, el rey de los daimones del viento. Son Black, son electrónicos, son psicodélicos… ¿Se parecen a VENOM? Ni por asomo. ¿Serían capaces de poseerte? Tú pruébalos por tu cuenta y riesgo. Si luego la cabeza te da vueltas, en sentido real y figurado, las reclamaciones al Padre Damien Karras.
Valoración
Portada - 7
Música - 9
Sonido y producción - 8
8
Nota
No es ni el trabajo más revolucionario de la banda, ni en el más arriesgado, pero la banda sigue en su senda, como la entidad a la que hacen referencia con su nombre. Son ORANSSI PAZUZU, el rey de los daimones del viento. Son Black, son electrónicos, son psicodélicos… ¿Se parecen a VENOM? Ni por asomo. ¿Serían capaces de poseerte? Tú pruébalos por tu cuenta y riesgo. Si luego la cabeza te da vueltas, en sentido real y figurado, las reclamaciones al Padre Damien Karras.