AZUSA (USA / GRC / NOR) «Heavy Yoke» CD 2018 (Solid State Records)
Por Cesar Luis Morales
La sinestesia, biológicamente, es la experimentación de dos sentidos que funcionan mezclándose entre ellos. Una persona sinestésica percibe correspondencias entre tonos de color, tonos de sonidos e intensidades de los sabores o colores. ¡Colorea y aprende con Teo!
Para que nos entendamos, un sinestésico puede “ver música” o “escuchar colores”. Aclarado este punto, es la única definición que se me ocurre para definir a AZUSA: una banda sinestésica, tridimensional, cósmica… Cualquier epíteto o símil que quiera ponerle se quedará corto. Podemos hablar de los orígenes de sus miembros y tampoco quedará nada claro. El bajista Liam Wilson viene de THE DILLINGER ESCAPE PLAN, el guitarra Christer Expevoll y el batería David Husvik provienen de EXTOL, y la vocalista Eleni Zafiriadou (el gran descubrimiento y aliciente de este “Heavy Yoke”) milita en SEA + AIR. Pero con esto tampoco os aclaro nada.
El álbum hay que escucharlo y hay que hacerlo con las orejas bien abiertas puesto que no es un disco fácil. AZUSA es una de esas bandas que salta a la palestra con una propuesta harto complicada, difícil de escuchar por lo complejo de los arreglos, por esos tempos raros que no van en el 4/4 que nuestro cerebro puede procesar; una música que, como digo, es sinestésica. Parece que quieren que la sintamos con otra cosa que no sean las orejas. Y, de hecho, lo consiguen: explotan en tu cabeza con la intensidad de una Bomba H; tienen esos devaneos que te atreverías a definir como jazzeros, pero que tampoco lo son; tienen riffs gordos y por ponerle una etiqueta, dices que es Avant-Garde, o Post o Progresivo para salvar la papeleta. Pero en realidad, no es nada de eso. Podemos hablar de bandas inclasificables y de calidad, como DARK HALL, como ARCTURUS o como EPHEL DUATH, y ahí, en ese Olimpo de intocables, también están AZUSA y este “Heavy Yoke”.
Once temas en los que la sinergia compositiva de estos músicos te deja anonadado. No sabes muy bien lo que estás escuchando porque ya sólo con el primer corte, “Interstellar Islands”, te han levantado los empastes, y la embriagadora e hipnótica voz de Eleni Zafiriadou te deja clavado en el sitio. Pero es que no sólo es la voz de ella, sino todos ellos, todos los músicos trabajando a un nivel para el que no existe escala humana. “Heavy Yoke” el tema que da título al álbum es otro pedazo de composición que aúna la voz de Eleni con unos efectos de guitarra de órdago: fiereza y agresividad, delicadeza e interludios que proyectan la música hacia otro nivel. Al igual que “Fine Lines”, un tema corto (01:58) pero con una magistral interpretación. Siguen con “Lost in the Ether”, agresivo, tempos raros…
Cualquier cosa que intente desentrañar el disco, se queda corta. Hay que escucharlo y, como he dicho antes, hay que hacerlo con las orejas bien abiertas. Porque en esa sinergia compositiva que también he señalado antes, AZUSA no han abandonado la melodía, grabando en muchos de sus temas unas cadencias en sus estribillos que se te graban en el mesencéfalo a fuego y bailan con tus neuronas hasta dejarlas exhaustas, como sucede con “Eternal Echo”. Y, por último, señalar también el aspecto lírico, porque, por ejemplo, las letras de “Iniquitous Spiritual Praxis” dan para un ensayo filosófico.
AZUSA han grabado este “Heavy Yoke” como les ha dado la gana; un álbum de una banda inclasificable, que no es de fácil escucha, pero repleto de satisfacciones según te vas haciendo a él, según vas comprendiendo la grandeza de lo que estás escuchando. Cuanto más lo escuchas, más se expande y más gusta.
Nota - 10
10
Nota
AZUSA han grabado este “Heavy Yoke” como les ha dado la gana; un álbum de una banda inclasificable, que no es de fácil escucha, pero repleto de satisfacciones según te vas haciendo a él, según vas comprendiendo la grandeza de lo que estás escuchando. Cuanto más lo escuchas, más se expande y más gusta.