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[CRÍTICAS] GOOD TIGER (USA) «A head full of moonlight» CD 2015 (Autoeditado)

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Por: Titus Ferrer Bellés

Superbanda al canto. Peligro. Sabemos que ese es un tema peliagudo, pues los precedentes de muchas de ellas a veces pueden con la sobreexcitación que uno siente al ver que miembros de grupos admirados se van a unir en un trabajo conjunto.

Lo admito, yo no formo parte de este último sector. Disfruto de bastantes bandas de Djent y core progresivo, pero ni mucho menos soy un gran entendido en el género.

Sin embargo, este proyecto despertó mi curiosidad desde su anuncio a través de un crowdfunding en Indiegogo. Tal vez era la promesa de algo distinto en el panorama y mis ganas de abrirme a ello.

Más tarde, y hace poco, se anunciaron como teloneros de PERIPHERY y VEIL OF MAYA en Diciembre. Llámale energía, pero aquí había algo que me empujaba a darles una escucha.

Así que ni corto ni perezoso, decidí sumergirme de lleno con los ex miembros de TESSERACT, THE SAFETY FIRE y THE FACELESS en el inicio de su aventura. Y es por ello que puedo ofrecer una review desde un punto de vista neutro. O eso espero conseguir.

Tras esta pequeña parrafada sobre mi persona, que posiblemente a nadie le interese. Pasemos a lo que interesa. Sumerjámonos de lleno en “A head full of moonlight”.

No hace falta esperar hasta haber pasado varios temas para darnos cuenta de por dónde irán los tiros. “Where are the birds” abre con un punteo de guitarra bailarín. Festivo. Que en combinación con la entrada de la voz y demás instrumentación crea una atmósfera atípica. Luminosa pero casi melancólica, pese a lo animado del tema. Y es que pese a que las formas son absolutamente djent y metálicas, estamos ante un álbum que tontea con un abanico más amplio de géneros. Desde ritmos más jazzy a momentos de puro groove.

No es hasta la segunda “Snake oil”, que a su vez sirvió de adelanto del concepto de la banda, que entra la voz gutural. Áspera como la lija, mimetiza a la perfección con la gravísima distorsión que alcanza el tema en sus momentos más pesados.

Estamos ante un disco cambiante. Variado, y casi disperso. Pero si hay una línea recta que une todos estos destellos es la aguda voz de Coleman, que pee a recordarnos inevitablemente a TESSERACT, ayuda también a personificar el sonido del álbum, y por el momento la banda.

Es esta voz la que, tal vez, haga que estos momentos en que los temas se salen de tema se sientan tan homogéneos y no como una simple curiosidad, ya que ese tono es aplicable a sonidos más suaves.

Siendo “I Paint what I see” uno de los temas más pop del álbum, llama la atención la capacidad para retorcer los límites que tiene la banda. Pues a su vez, el estribillo contiene a su vez un riff pesadísimo. Igual que ocurre con “Aspirations”. Dos temas casi hermanos, que marcan no solo el ecuador del disco, si no que también demuestran que pasada la mitad, aún les quedan ideas que ofrecer.

Por cierto, atentos en ambos  temas al pasaje directamente soul que se marca el bueno de Elliot.

Y ahora que ya hemos perdido el miedo, los tigres atacan con la ¿balada? De turno. O el tempo lento. Uno no sabe bien bien como llamarle a “Latchkey kids”, ya que sus elementos parecen jugar en contra de la aparente intención del tema. Ambientes demasiado luminosos para un tema capaz de despertar tal desasosiego. Seguimos deformando. Muy en la dirección del género, pero remando a contracorriente.

Y es al iniciarse el último tercio del álbum cuando este se pone más convencional, dentro de lo progresivo, por supuesto. Pues “All her own teeth” es un tema de características más reconocibles para los consumidores del género. Entre arritmias y acelerones el tema evoluciona cambiante. Siguiendo  una línea de repeticiones que suena mucho más conocida, que no obvia. Ni mucho menos peor. De hecho este último tercio es el encargado de darle al álbum un balance que enganche al público mayoritario del género.

Como si de una intro de casi 4 minutos se tratase, “Understanding silence” se encarga de preceder con su tónica calmada al apoteósico final. En este caso, el tema si funciona como lo que aparentemente es. Por lo que pese a tener el disco dos canciones calmadas, no parecen demasiadas, ya que saben distintas.

Y así terminamos el disco, con el tema más djent de todos. “’67 ponatic firebird” es futurista. Agresivo e Intenso. Pese a su estructura convencional, sigue siendo absolutamente reconocible. No nos engañemos, las raíces de los componentes de la banda están ahí. Y a todos los que formamos parte de esta escena, o como cada cual quiera llamarle, nos gusta un buen mosh.

Al fin y al  cabo, este final reza directamente: sonamos distintos. No somos el grupo de djent que esperabais. Pero no os hemos dejado indiferentes.

Después de todo, es eso lo que recordaremos. Y lo que nos hará escuchar el disco de nuevo en busca de novedades a descubrir. Y creedme que el disco gana con las escuchas.

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