[CRÓNICAS LIVE] X HELLFEST OPEN AIR 2015 (PARTE II: ACTUACIONES 19.06.2015)
Crónica: Jose Mora | Fotografías: Jaime García
Entrando en materia puramente musical, la primera jornada del festival ya pegaba fuerte. Nombres como Motorhead, Alice Cooper o Judas Priest serían el gran reclamo para el público mas clásico, mientras que en las carpas gente como Meshuggah, Shining, Mastodon o Wovenhand ponían color y variedad a la jornada. Nuestras ansias de música en directo nos llevó a pisar la zona de conciertos en torno a las doce de la mañana. Los locales Argile son una banda de culto en la escena francesa y su show nos sirvió para ir aclimatándonos y calentando motores. A medio camino entre gótico / death / occult rock, con reminiscencias a Moonspell o a los Celtic Frost del “Into the pandemonium”, ofrecieron un show simplemente correcto y que fue mas un aperitivo para el resto del día que algo especial. Tras esto, Sylosis ofrecieron un muy buen concierto en el mainstage. Su thrash-death moderno causó muy buenas sensaciones y nos sirvió para comprobar que este año, salvo excepciones, el sonido del main stage iba a ser más que bueno. Lo tempranero de su actuación no les quitó motivación y supieron ganarse al personal a golpe de riffs a la yugular y una grandísima actitud. Mientras tanto, Samsara Blues Experiment tomaban el “valley” en un concierto que, por lo que se comentó, fue una de las sorpresas del día en cuanto a stoner / retro rock en la mencionada carpa.
Tras una parada para comer, el funeral doom de Shape of despair hizo que nuestra digestión fuera aún más densa de lo que nos tenia preparados la comida rápida del festival. Muy buen sonido, densos, fríos y estáticos (nada sorpresivo teniendo en cuenta su propuesta), ofrecieron un muy buen concierto de doom, tanto que nuestro cuerpo necesitó continuar con algo más movidito para compensar. En el main stage, John Bush demostró que, aunque haya envejecido un poco y no esté tan en forma como en sus tiempos de actividad con Anthrax, sigue siendo un grandísimo vocalista y frontman de heavy metal. El show de sus Armored Saint fue de muchos quilates y dió razón al dicho de que “el que tuvo, retuvo”. Clásicos, actitud y buen sonido de nuevo para una banda que por desgracia nunca obtuvo el reconocimiento merecido a nivel de popularidad. Los que sabemos lo mucho que valen disfrutamos un montón de su concierto. A continuación decidimos volver al “altar” para disfrutar del concierto de Vallenfyre. Teníamos muchas ganas de verlos tras las inmejorables sensaciones que nos dejó su reciente gira española, y lo cierto es que aunque ellos estuvieron impecables en cuanto a ejecución y predisposición, el sonido fue tremendamente embarullado y no nos permitió disfrutar de su show tanto como hicimos hace unos meses en distancias mas cortas. Para otra vez será. Lo siguiente que haríamos sería la primera incursión de los tres días al “warzone” para ver como los suecos Wolfbrigade demostraban ser una de las mejores bandas de crust / d-beat en directo del mundo. A su vez, el mítico Billy Idol tomaba el mainstage a base de clásicos y Melechesh ponían patas arriba el “temple”. Una de esas triples coincidencias que se dan bastante a menudo en Hellfest.
Lo de High On Fire en el “Valley” nos sirvió con creces para quitarnos la espinita del pésimo sonido que gozaron en su anterior visita a España como parte del Resurrection fest 2014. Matt Pike y los suyos demostraron tener un directo arrollador, denso, directo y sin muchas concesiones. Pese a ser una banda más “de sala”, demostraron que ningun escenario se les queda grande y no tomaron prisioneros. A continuación, uno de los momentos más frustrantes del festival. El inexplicable petazo que se había formado para la actuación de Motorhead hacía practicamente imposible moverse por los main stages y menos aún llegar a las zonas cercanas a los escenarios sin empujar a varios miles de personas en el intento. Tal vez el ser una banda capaz de aunar el gusto de rockeros, heavies y punkies, y que probablemente sea una de las últimas oportunidades para verlos ayudó a la histeria colectiva y a la masificación del show. El cacho de concierto que vimos por las pantallas gigantes nos ofrecía lo de siempre: temazos clásicos “a cholón” y actitud a raudales, pero esta vez con un Lemmy bastante delgado y desmejorado fisicamente. Desde aquí le deseamos salud y que siga pateando culos a golpe de rock and roll por muchos años. La siguiente cita de nuestro itinerario serían los reformados Bloodbath que venían con el tremendo “Grand morbid funeral” bajo el brazo, lo cual nos llevaba a tener muy altas expectativas en su show. Buen sonido, ejecución perfecta, sangre y death metal sueco en cantidades industriales, pero su set se vió un tanto empañada por la indolente y pasiva actitud de Nick Holmes (Paradise Lost) a las voces, al que encima pillamos un par de veces pasando de página y mirando la chuleta para no olvidarse de las letras. Akerfeldt, vuelve pronto.
Mientras que corríamos a coger sitio para la actuación de Alice Cooper, llegamos a los main stage a tiempo para ver los últimos compases del show de Lamb Of God. Por el par de temas que pude ver (“Redneck” y “Black label”), hay que decir que pusieron patas arriba Clisson y que supieron liarla parda. Se nota que tras los problemas legales de Randy Blythe en los últimos años, han vuelto a tomar los escenarios con muchas ganas de dar guerra. A continuación, Alice Cooper se erigió como uno de los vencedores definitivos del día y a la postre del festival. Un show de entertainment puro y duro, a medio camino entre concierto de rock, teatro y espectáculo horror-circense en el que hay sitio para desenfrenados solos de guitarra, decapitaciones, confeti, enfermeras zombies, y temazos a raudales. Es innegable el espectacular carisma de Vincent Furnier, un tipo que lleva más de 45 años siendo punta de lanza en el mundillo y parece no tener ninguna gana de ceder el relevo. Un intachable repertorio a base de clásicos y con alguna que otra referencia a su último material, una banda perfectamente engrasada y un sonido perfecto. Simplemente impresionante. Tras este vendaval, Five finger death punch hicieron lo que buenamente pudieron para mantener el tipo con la noche ya cayendo sobre Clisson. Es cierto que son una de las bandas “de moda” y que el sector mas jóven del publico disfrutó de su concierto, pero a mi personalmente me parece un combo con muchas carencias y un tanto prefabricado, tamto que su show no me aportó demasiado a nivel personal. Pasapalabra.
Harina de otro costal fue la actuación de Judas Priest. Había muchas dudas acerca del estado vocal del metal god por excelencia, Rob Halford, y lo cierto es que, sin cantar como hacía cuando era un chavalete (basicamente porque ofrecer ese nivel a su edad es casi imposible), el bueno de Rob se mostró muy digno a las voces durante casi todo el show. Impecable en tonos medios y medio-agudos, sólo sufrió en temas sobrehumanos como “Painkiller”. La banda, pese a pecar de ser demasiado estáticos (excepto el reemplazo del eterno KK Downing, Richie Faulkner) es una engrasada máquina de tocar heavy metal, y el repertorio, a base de los inevitables clásicos con alguna concesión a su último disco “Redeemer of souls”, fue más que notable. Hay que decir que las proyecciones que acompañaban el show eran un poco pobres, pero también que disfrutar una vez más de ese momento icónico del heavy metal que es Rob Halford entrando en el escenario a mandos de una Harley Davidson para tocar “hell bent for leather” te arregla todo. Son enormes y, en la que probablemente sea una de sus últimas giras, demostraron seguir estando en forma.
Para cerrar el día, y mientras que Slipknot tomaban el main stage, tocaba vernoslas con una de las propuestas mas originales y arriesgadas del panorama actual. La animalada de show jazz-metalero que los noruegos Shining nos tenían preparados sirvió como un broche perfecto para el día. Con su visión ruidista y experimental del metal, tienen facilmente uno de los directos mas caóticos y extremos que te puedas echar en cara en estos momentos. No necesitan temas de black metal a base de blastbeats sin parar ni pintarse el rostro o poner caras de malotes. Son unos fuera de serie, y con un set que incluyó tres temas inéditos de su próximo álbum y otros temas ya clásicos de su repertorio como “I Wont Forget”, “The one inside” o “Fisheye” se metieron en el bolsillo a un público boquiabierto por lo complejo y personal de su propuesta. Su impresionante y arriesgada versión del “21st century schizoid man” de King Crimson, sirvio para que, al acabar el show, recogieramos las pelotas del suelo y nos dirigieramos a la tienda a descansar con una sonrisa. El día había sido largo, intenso y caluroso, pero amigos, había que recuperar, que aún quedaban dos días más de música, mucha música.