EHLDER (SWE) «Nordabetraktelse» CD 2019 (Nordvis Productions)
Se conoce el “déjà vu” (pronunciado /deƷa vy/) como un tipo de paramnesia del reconocimiento. Para que nos entendamos, básicamente, un suceso que sentimos que ya vivimos pero en realidad no. ¡Colorea y aprende con Teo!
Ya sabemos de qué hablamos, ese momento de ¡Hostiá, esto ya lo he visto, o ya lo he oído, o ya lo he vivido antes! Y no, no es un fallo de Matrix, es simplemente una anomalía de la memoria que hace que tengamos una percepción parcial antes de que el cerebro haya terminado de construir la percepción consciente. Eso os pasará, de un modo muy placentero, al escuchar el primer larga duración de EHLDER titulado “Nordabetraktelse”. En cuanto abran las primeras notas de ataque de “Stridskall” os invadirá la sensación de “déjà vu” y mirareis la carátula para ver si os habéis equivocado y es otro artista el que estáis escuchando. Pero no, es Graavehlder (es decir, Stefan Sandström) el que se encarga de todo, acompañado por un tal Villehard a los tambores. Y sí, BURZUM es el padre putativo de EHLDER, y sí, sobre todo en lo que se refiere al estilo acuñado en los tres o cuatro primeros discos de Varg Vikernes (hasta el “Filosofem”). El trabajo de Graavehlder sigue el mismo camino: machacar un riff en plan tremolo picking durante todo un tema, con una estructura minimalista, confiriéndole esa atmosfera asfixiante y fría.
El inicio de “Ändlös” puede ser un poco más Doom, con ese riff más lento y melódico, pero tras unas cuantas vueltas al mismo, volvemos a las andadas. Ojo, que no estoy diciendo aburrido; cada tema, a pesar de su presunta sencillez y repetición hasta la náusea del mismo leit motiv, tiene una estructura, una intención, y en esto, tanto Kiernes como Graavehlder se han desmarcado como maestros compositores. Aquí suena todo orgánico y pulsátil; para el neófito, será una tortura y acabará con los nervios crispados de tanta iteración. “Döden i en döende kropp” sigue, como ya podíamos esperar y como ya deseábamos en la misma línea de riff, aunque en su parte central cambia hacia una cascada de riffs con bastante groove lo que aleja el tema hacia otros derroteros (pero no os preocupéis, que es un bridge para volver a las andadas hacia la parte final). Si andáis finos de oído o tenéis un buen equipo y lo ecualizáis bien, escuchareis casi diluido en la mezcla más arreglos de teclados… “Hedningadrapa” arranca a la par con la guitarra y la bateria machacando con una hipnótica sencillez, y tienes que esperar hasta casi el último cuarto de canción para que éste evolucione y oigamos voces nítidas en vez de la habitual rasgada, y nuevos arreglos más melódicos y artísticos. Del mismo modo, “Gammelmod”, donde volvemos a escuchar voces limpias, pero ¡ojo, en ningún momento animosas!
Porque otra de las cosas que se deja traslucir a lo largo de todo este disco de EHLDER, aparte del cariño, de la dedicación, de encajar como un viejo artesano todas las piezas, es lo orgánico que es, lo pulsante, todo está porque tiene que estar y porque es necesario. Y cuando se abandona lo gutural o lo raspado en las voces, es para aullar como un espíritu errabundo por los fríos y desolados bosques de Norrland (tal cual nos muestra la portada). “Tagen” tiene un inicio genial con una línea melódica marcada por la guitarra y quizá sea el tema más representativo y que mejor resume el compendio de este disco (lo tiene todo). Y cerrar con “Varerytm i Varganord” con ese aullido gutural y esa percusión tan tribal, tan chamánica, tan hipnótica… pues ¿qué queréis que os diga?
Pues que EHLDER y su “Nordabetraktelse” son un grupo y un disco que hay que escuchar. Volverlo a poner, recostarte en tu sofá favorito, cerrar los ojos y sentir cómo el vértigo del “déjà vu” te invade, y que te digas para ti mismo: ¡Hostiá, esto ya lo he visto, o ya lo he oído, o ya lo he vivido antes! Y no, no es un fallo de Matrix… Y no, no has viajado en el tiempo a los 90’s. Por fortuna, estamos en 2020 y EHLDER están grabando buena música.
Nota - 8.5
8.5
Nota
Pues que EHLDER y su “Nordabetraktelse” son un grupo y un disco que hay que escuchar. Volverlo a poner, recostarte en tu sofá favorito, cerrar los ojos y sentir cómo el vértigo del “déjà vu” te invade, y que te digas para ti mismo: ¡Hostiá, esto ya lo he visto, o ya lo he oído, o ya lo he vivido antes! Y no, no es un fallo de Matrix…