
Una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo era, sin duda, el Coloso de Rodas. Ahora de aquello no queda nada, algunos restos arqueológicos y multitud de referencias por aquí y por allí que no hacen sino enardecer la imaginación de aquellos días. Para hacernos una idea, aquel coloso medía unos treinta y pico metros de altura, un poquito más grande que la moderna Estatua de la Libertad. ¡Colorea y aprende con Teo!
Y que costumbre tenían también los antiguos con la construcción de estatuas de gran magnitud, que del griego antiguo viene la palabra: kolossos, “estatua gigantesca”. Bien sea para demostrar la grandiosidad y el poder de los dioses que representaban, bien como desafío a las leyes naturales, ahí estaban los colosos. Es fácil imaginarse seres de cientos de pies de altura avanzando por la faz de la Tierra, ajenos a los diminutos seres humanos que huyen despavoridos a su paso. Tal cual se lo han imaginado las gentes de Spokane, en concreto, un trio que responde al nombre de MERLOCK.
“Sovereign throne” abre con esa pulsión de bajo reverberante, casi un zumbido grave que te remueve los empastes de las muelas para abrir un viaje acompañado por unas guitarras cargadas de ecos, para luego dejar la embarcación a la deriva, apenas dirigida por la banda, que se emplea en pergeñar un tema lisérgico que bebe directamente de un infinito río de influencias. Se aprecian matices de rock psicodélico, pesadas cargas reiterativas del Stoner más hipnótico, un abandono cuidadosamente calculado que engarza con el siguiente tema. “Sunnbarrenn” avanza creando atmosfera y no es un ambiente etéreo, sino un cielo ominoso que se va preñando de oscuras y abigarradas nubes que presagian la tormenta. Los riffs son tan densos como un bloque de tungsteno, vibran y zumban al límite de la distorsión, a punto de convertirse en un muro de puro ruido, pero Taylor D. Waring se las apaña para dejarlos justo en el límite de la musicalidad pesada y grave. Alargan y desarrollan las posibilidades del tema hasta sobrepasar los nueve minutos, como una versión cromañón de los primeros MASTODON.
“Behold! The sword of Lock” sigue con esa afinación a la guitarra extremadamente sucia y sobresaturada, y nuevamente aparece esa suciedad casi rayana al punk sucio y anti-musical. Pero los de Spokane nos están engañando: la musicalidad está ahí, la suciedad, el sonido zumbantes y, en apariencia, caótico es solo una excusa para desarrollar una música que bebe de muchas fuentes y todas muy oscuras y underground. Porque el desarrollo de la segunda mitad de este tema, tiene una exquisita musicalidad. Porque también os digo, empleando a la otra banda arriba mencionada: desde el “March of the Fire Ants” hasta el “Ghost of Karelia”, MASTODON también siguieron un camino bastante cuesta arriba, ajenos a modas y a buenismos musicales. “Where no one goes” nace como para desmentir toda la primera impresión cazurra y visceral de los primeros temas. Una serie de melodías etéreas da comienzo al tema, pero enseguida entra la esencia de MERLOCK y los riffs se vuelven virulentos y la desesperada voz se transforma en un gañido encabronado y la composición avanza como todo en este disco, y tal como reza su título: como un coloso que avanza, siempre hacia adelante, a pasos agigantados. “Somniloquy” sigue en esa misma línea melódica de acordes etéreos y musicales, pero ¡ojo, que aquí todo tiene un motivo, un lugar y una relación causa-efecto! Y el tema no se va por derroteros tan cazurros y saturados como anteriormente, sino que se presenta ante nosotros como la lógica evolución y el siguiente capítulo de la historia que nos va contando la banda mientras se van desgranando los temas de este trabajo. Como para corroborar mis palabras, la banda cierra con un tema homónimo y ¿qué escuchan mis oídos? ¿Es Cliff Burton que ha resucitado? No, se trata de Andrew Backes que, al igual que Troy Sanders y que tantos otros, muestra su admiración y tributa con su sonido al tan recordado bajista de METALLICA. Y, como en un círculo perfecto de eterno retorno, vuelve a la misma sensación de las primeras notas del disco: un bajo potente y distorsionado que da paso a un lento y crepitante tema, un detenerse del coloso y mirar hacia atrás contemplando la destrucción y desolación que ha causado a su paso. Y lo peor de todo, es que, incluso sabedor de ella, le es indiferente.
El coloso avanza, tal como reza el título del álbum. Siempre hacia adelante, como llevan haciéndolo los MERLOCK desde hace seis años. Ajenos a tendencias, ajenos a modas, imparables en su avance, fieles a su propia esencia, anclados en lo más heavy, como los pies del Coloso de Rodas a la entrada del puerto. Y desde su altura contemplan, impasibles, la desolación que causan a su paso.
Puntuación
Nota - 7.5
7.5
Nota
El coloso avanza, tal como reza el título del album. Siempre hacia adelante, como llevan haciéndolo los MERLOCK desde hace seis años. Ajenos a tendencias, ajenos a modas, imparables en su avance, fieles a su propia esencia, anclados en lo más heavy, como los pies del Coloso de Rodas a la entrada del puerto. Y desde su altura contemplan, impasibles, la desolación que causan a su paso.