Por Nuel González
Pensar en Italia buscando calidad metalera es como pensar en Rhapsody of Fire, está tan asimilado ese grupo para los oyentes (incluso para los externos al panorama del metal) que la banda parece haberse adueñado de la presencia de todo el país, pero hay buenas formaciones que saben exprimir una esencia propia y que se ven perjudicadas por el desconocimiento o por su incuestionable corta edad, y una de ellas es OVERKHAOS, que se presenta con determinación con un trabajo de larga duración sin ningún tipo de precedente.
La energética manifestación musical que hay comprimida en su obra, “Beware of Truth”, mantiene una cordura sonora que revoluciona el reproductor, pero no se desborda, no excede en sus formas ya que no busca la alteración radical del oyente, tal y como ocurre con el extreme progressive metal, aquí las formas están bien medidas, si bien es cierto que la composición recurre de manera asidua a una envolvente potencia agresiva, el tono clásico prevalece sobre el conjunto.
Sinfonías power metaleras, embaucadores chillidos provenientes del heavy metal, intermitencias rítmicas contemporáneas, puntuales guturales death que buscan seducir, una batería que ejecuta las técnicas del old school, y guitarras de riffs amantes del shred; esta mezcolanza que en su arbitrariedad acompañan al concepto de caos (quizás sea esto lo que representa el nombre de la banda), definen la deliberación matizada de lo correcto y lo acertado.
La utilización de los efectos en la mezcla ponen en auge el incremento del espectáculo, los pasajes de personas indefinibles que susurran o se desplazan por un plano virtual, la risa descontrolada de un enigmático individuo oculto entre su maldad, etc., sirven de hilo conector para los temas, dotándole al álbum de una narrativa que sobrepasa lo puramente musical, la sonoridad del mundo se esparce en pequeñas migajas que sirven para dirigirnos por diversos capítulos casi hollywoodienses, donde las guitarras resuenan con el aura que impulso a los grandes predecesores de todo lo posterior a los 80.
Pura magia de calibrado magnetismo, los riffs modulados con un sinfín de detalles, la producción hermética permitiendo un protagonismo compartido, todo erigido con un resultado tenaz, que reconforta y sorprende, no estamos ante un copia de lo tradicional, sino la maduración de lo clásico con lo posmoderno, permitiendo un deleite infatigable.
