OWDWYR (USA) «Receptor»

Hoy, niños y niñas, vamos a hablar de la fina línea que separa la genialidad de la locura. Y casos demostrados, los hay a patadas. Por ejemplo, Van Gogh (y no, no vamos a hablar del infame grupo poppy). ¿En qué momento y debido a que razones el genio neerlandés se amputó la oreja? Mucho se ha hablado del tema. Que si fue por las tensas relaciones que mantenía con Gauguin. Que si fue el disgusto por enterarse el pintor que su hermano se iba a casar. Que si esto y que si lo otro. Probablemente, él, junto a Poe o Nietzsche o Baudelaire, sean los epítomes del artista torturado. Ese tipo de gente cuya genialidad los abruma de tal manera que acaban de la peor manera. ¡Colorea y aprende con Teo!

Así que, como os decía, LA OREJA DE VAN GOGH… ¡Ná, ni de coña! Pero si vamos a hablar de esa raza de músicos que parecen estar tocados por ese arrebato de genialidad, no exento de cierta locura. La línea que separa ambos estados mentales es tan fina y tan voluble, que en ocasiones se muestra indistinguible. Hablamos de gente como Paul Plumeri Jr, alma mater, guitarrista, programador y compositor de OWDWYR.

¿Sabe alguien como coño se pronuncia eso o qué carajo significa? Pues así empezamos la inmersiva experiencia con estos californianos. Acompañado por el bajista Chris Williams y el vocalista Max Lichtman, presentan su auto editado “Receptor”. Para que me lo joda otro, ya lo publico yo. Pues bien empezamos. Y la cosa no hace sino mejorar. Tres cabezas pensantes que han contado con cuatro bateristas distintos para grabar esta bestia. ¿Os vais haciendo una idea de cómo va el asunto? Ni por asomo.

“Praefatio” abre el álbum y es una adaptación del propio Plumeri sobre una pieza de ARVO PÄRT, compositor estonio de música sacra. ¿Os vais haciendo una idea cómo va el percal? ¡Ni por asomo! Y, entendedme bien, que no es que yo lo supiese de antemano, simplemente he estado haciendo una pequeña investigación sobre su Bandcamp. Pero ya la cosa apunta a que no es algo habitual y nos indica que los músicos implicados no son unos hevilongos de chaleco repleto de parches, cinturón de balas y testosterona encabronada. Aunque lo que sí que es encabronado es el estallido de “The liminal carapace”. Es una bestialidad de introducción encabronada, un estallido híper-técnico de Death, con sus guturales, con su masacre sobre las tímbalas, pero con una atmosfera y unos interludios de una musicalidad absoluta, hermosa y desquiciante. Todo a la par. “Ripped from the bog” es extremadamente pesada, con toques Grind, unos guturales animalizados, una instrumentalización abrumadoramente histérica aunque perfectamente ejecutada. “Stench of indemnity” enlaza casi sin descanso con la pieza anterior y sigue la misma estela abrasadora que todo lo auditado hasta ahora. Los temas apenas dan descanso, son descargas de apenas tres minutos de media, que te funden el cerebro con su urgencia. “Lagos” se inicia con unas sincopas aceleradísimas que dan paso a unos solos melódicos, los tempos se reducen, se incrementan, y OWDWYR te pasan por encima como una apisonadora con el motor de un trasbordador espacial cargada de motosierras. No se me ocurre otro símil para describir lo que es esto.

“Ein”, para los que pensábamos que esto era agresión pura y dura, se inicia con un piano que desata otra vez la imaginería de la banda. Y este es el tema más largo de la banda con cinco minutos de duración. Pero hay aquí más cambios de tempos, más ideas, más musicalidad y más de todo que en toda la discografía de algunas bandas. “Writhe” pasa abrasando como el napalm con apenas cincuenta y dos segundos y saltamos con “Supplicant” y volvemos a las locuras musicales de menos de tres minutos, con toquecitos de Death, de Technical, algo de Prog, algo de Djent… A estos músicos que conforma OWDWYR parece soplársela todo. No quieren hacer música para vagos, no quieren ser fáciles ni accesibles, quieren hacer la música que les sale de las entrañas y ahí es donde uno empieza a preguntarse de nuevo dónde está el límite entre la genialidad y la locura. “Reverie” es una de esas piezas que demuestra que se puede navegar entre ambos mundos, con fraseos más Jazzys, con ramalazos metaleros de alto octanaje, solos técnicos y el desquiciamiento musical con el que enlazan “Cower”, donde aparece el inevitable saxofón, cortesía de Ed Rosenberg III (nuevamente, me remito a su web en Bandcamp).

La odisea continua con “A vessel emerges” que enseguida se transforma en “Not afraid” con un inicio y unos riffs más Thrash Old School, aunque tiene sus buenos trallazos Tech-Death y la desquiciada musicalidad de la banda. “Pitchtongue vesper” es otro desfase Tech-Death-Jazz con adaptaciones de “Etude No. 12” del compositor brasileño HEITOR VILLA-LOBOS. Como podéis ver el abanico de influencias de la banda se extiende hasta casi el infinito. “Catalyst Sequence” es otra desquiciada pieza que, para el neófito, con sus armónicos discordantes, se convierte en una pesadilla. Para los aventureros, es un desafío, un gozoso calvario sónico. Y cerramos con “The sputtering torch” con más arreglos y programaciones, con más OWDWYR quizá en su mejor expresión.

Así que… ¿dónde está la línea entre la genialidad y la cordura? ¿En qué pensaba Van Gogh cuando se cercenó la oreja? ¿Qué veía Baudelaire en las bohemias noches parisinas? Ah, esa fina línea entre un mundo y el otro, y, mejor aún, esa capacidad para deambular de uno a otro, estar a la vez en los dos y ser capaz de reflejarlo con tu arte. Eso, eso y mucho más es OWDWYR.