Entrevistas

AS LIGHT DIES (ESP)

Entrevista con Jesús Villalba

AUTOR: Cesar Luis Morales

Pues ya son veinte añitos, dos décadas ya, los que llevan las buenas gentes de AS LIGHT DIES metidos en el mundillo. Y llevan la friolera de ese tiempo haciéndose la misma pregunta: ¿dónde está el límite compositivo? Porque si hay algo de lo que podemos estar seguros y no tiene visos de cambiar en el futuro es que la banda no se constriñe con un determinado estilo. Cosas del Avant-Garde le dicen. Cosas de los genios, vaya.

Buenos días, buenas tardes y buenas noches, buenas gentes de AS LIGHT DIES. ¿Todo bien por ahí?
Buenos días Cesar! Todo bien. Aunque bueno, habría que definir el concepto del bien en sí mismo pero como es un tema largo y tortuoso, digamos que razonablemente estables en la entropía espacial jajajajaja.

Cómo ya he indicado en la introducción, ¿dónde está el límite? ¿El cielo? Porque sí, porque todo músico tiene una preferencia, un estilo que le tira más y que le llena más, pero…
En este caso, más que el cielo las constelaciones!.
A ver, ciertamente se entienda mejor nuestra música partiendo de nuestros gustos, pero básicamente nos gusta el metal extremo. Y dentro de ese marco damos rienda suelta a nuestra imaginación, tratando de crear temas sólidos con todas las herramientas estilísticas que están a nuestro alcance.
Oscar, que la mente de la que emanan armonías y peso compositivo, es muy amante del Black, post Black y Avant Garde. Y aunque es muy amante de los clásicos como el Written in Waters de Ved Buens Ende, siempre tiene una oreja atenta a todas las vanguardias que van surgiendo en torno al metal. Gracias a él he conocido diferentes estilos e infinitas bandas antes de que fueran conocidas. Además, somos amantes de las vanguardias del XX dentro de la “música clásica”.

Para lo que no os conozcan, contadnos un poco de vuestros orígenes, de dónde venís (bandas previas y bagaje musical) y cómo surge el nombre de la banda y su concepto. Que ya son veinte añitos.
En el principio estaba Eru, el Único jajaja. Voy a intentar resumir el génesis de As Light Dies sin que sea un tostón increíble. La propuesta la comenzó Oscar en el 98 con (como casi todo el mundo que funda un grupo), con los amigos que tiene a mano. El nombre proviene de un relato de H.P. Lovecraft (diste muy en el clavo con la reseña) que como ya sabéis, pues no acaba de manera esperanzadora, como básicamente nuestros temas. La idea de Oscar era reunir todos los elementos que le gustaban en ese momento y aunarlos en su música (folk, black, doom, letras inspiradas en terror, etc). A raíz de aquello el grupo se fue profesionalizando aún más y se buscó a músicos que quisieran compartir ese gusto ecléctico por la música y los temas complejos. Yo llegué en febrero de 2003. Estaba estudiando Bellas Artes e iba a preparar las pruebas para el conservatorio superior de Madrid, pero estaba desencantando con el mundo orquestal y me aburría soberanamente el discurso musical de la época. Me gustaba el metal y un amigo de la universidad me dijo que un bajista amigo suyo (Sebastián), buscaba un violinista para su grupo. Llegué a los locales de R&C sin ninguna perspectiva más que lo mera curiosidad. Allí me encontré a músicos de verdad, con mis mismas inquietudes (cómics, cine, literatura, música…) y sobre todo con temas muy bien hechos y partiturizados, que no era lo normal. Así que evidentemente encontré un hueco en el que me sentí muy a gusto desde el principio…y ya han pasado 20 años!!!

Unas cuantas demos, unos cuantos EP’s y como unos cinco álbumes de estudio, un balance bastante positivo para el tiempo que lleváis. Y eso que vuestra propuesta no es de fácil escucha. ¿Ha cambiado algo en todo este tiempo? ¿De notar que en aquel momento erais un grupo para audiencias sibaritas y ahora la gente está más abierta a la propuesta? ¿O por el contrario, está habiendo una regresión y la gente prefiere digerir “productos” más sencillitos?
Para mí en particular, el balance siempre es positivo. Componer y crear nuevos temas con amigos es algo (al menos para mí) impagable. Nuestra manera de ver las cosas realmente no es tan sibarita, solo que el público ya no recuerda esa manera de escuchar música.  Compositores clásicos como Beethoven y Brahms hacían suites y sinfonías que al público le entusiasmaban. Quizá antes incluso buscábamos llegar a cotas más complejas en cuanto a rítmica y texturas y, aunque seguimos experimentando en esta dirección, ahora simplemente nos enfocamos en crear mejores temas. Son las propias canciones las que van dirigiendo el camino. Esto puede hacer que el público encuentre más asequible el nuevo disco. También es cierto que la gente que nos conoce nos acompaña más o menos en edad, lo que hace que su bagaje auditivo tenga quizá mayor rigor a la hora de decidir lo que quiere escuchar. Lo que sí se puede percibir a nivel general y no solo dentro del metal, es que vivimos una época de remakes, reboots, heritage y en definitiva, vuelta a lo mismo. Y no es que lo que se haya hecho sea malo, es que se respira una falta de originalidad y asunción de riesgo por crear algo nuevo, que verdaderamente da miedo. Y en el momento en el que algo pueda destacar, se explota hasta límites absurdos.
Es evidente que vivimos en un momento bisagra en el que todo está cambiando y quizá el nivel cultural para afrontar estos cambios no sea el mejor. Con esto no quiero decir que la gente escuche música más o menos compleja, sino que el gran público generalmente decide comprar (a pesar de tener el mayor abanico cultural accesible de todos los tiempos), la propuesta artística más fácil que le ofrecen en bandeja, a sabiendas de que muchas veces es mala. Ese es el verdadero problema social, que no hay un esfuerzo por mejorar, sino consumir lo primero que tengo a mano. Insisto, esto es aplicable en casi cualquier aspecto.

“The Laniakea Architecture: Vol. II” es vuestro hijo. Aquí no hay pregunta, así que explayaos a gusto.
Cuando acabamos el TLA Vol. I más o menos entramos en un proceso vital diferente. Te encuentras con que no tienes el vigor 20 años, ni quizá la misma ilusión; tu vida familiar adquiere mayor relevancia en detrimento de los hobbies, llega la paternidad, etc. Todo esto no es malo. Al revés, ese cambio te da una perspectiva diferente a lo que llevabas haciendo hasta ese momento. Surgen nuevos sentimientos, prioridades y emociones que hay que entender y canalizar para incorporar de nuevo a tu música. Evidentemente en este proceso hay gente que se queda por el camino, pero la motivación de Oscar y mía siempre ha sido la misma.
En primera instancia teníamos idea de sacar otro disco completamente diferente (*spoilers* seguimos trabajando en él). Y un día Oscar dijo que había que acabar el TLA Vol. II con canciones que ya teníamos en la recámara junto con ideas que él tenía nuevas. Básicamente la estructura de todos los temas dimana de su cabeza. Desde que le conocí he pensado que tiene muchísima intuición a la hora de componer y crear estructuras y armonías complicadas que se van enlazando de manera ordenada y con una suavidad casi inverosímil. Como decía antes, las composiciones grosso modo son parecidas a una suite o una sinfonía, pero abordadas desde el metal. Son estructuras mosaicales de ideas y temas que se van entrelazando hasta crear una entidad como canción. Nada nuevo bajo el sol. A partir de estas ideas yo fui desarrollando el violín. Y en este caso pensé más en arreglos clásicos (texturas, aportes sonoros, etc), que en hacer líneas solistas. Y creo que el resultado ha sido satisfactorio (al menos por mi parte XD). Cabe destacar las incorporaciones de Andy a la batería y de Miguel al bajo. Andy sin duda ha echado la carne al asador con los arreglos de la batería y queríamos que quedasen muy patentes (acentuación, golpes fantasma, etc), en la propia mezcla y masterización. El resultado es sin duda tan contundente en la pegada como delicioso en detalles de percusión. Miguel ha conseguido que todo este conjunto quedase amalgamado con una untuosidad en el sonido que llevábamos tiempo sin experimentar. Sus arreglos han sido el broche perfecto para dar un peso específico a cada tema.
En cuanto a la temática, seguimos manteniendo como idea principal esos anhelos y cuestiones que nos afligen diariamente. En el TLA Vol I (The Love Álbum) hablábamos del amor desde diferentes perspectivas y como puede no ser algo esencialmente “bonito”. En el TLA Vol II. (The Laniakea Architecture) exploramos la idea de la muerte y el más allá como un recorrido que forma parte de nuestra propia existencia, como la de la gente que nos rodea. Es quizá la muerte del padre de Oscar, el punto de partida sobre el comienza la exploración de esta idea y que queda patente en la apertura del propio disco con Falling Apart.
Y disco todo esto…ahora venía lo complicado. Habría una discográfica que quisiera implicarse tanto emocionalmente como nosotros a la hora de editar un disco? Dani de Darkwoods apostó por nosotros y nos ha permitido sacar el disco en dos formatos. La versión jewel del TLA Vol. II complementa a nivel estético al anterior trabajo. Queríamos que la gente encontrase también de manera visual las conexiones entre ambos discos. La versión Die Hard es un paso más allá. Como no, en nuestro horror vacui extremo, quisimos que el oyente pudiera sentirse como el viajero de Las Ascensión, navegando a través de un espacio tanatológico y descubriendo todos los detalles que albergan las láminas y diseños del disco. Y por lo que nos ha llegado a los oídos de la gente que ha adquirido una de las 66 unidades, creo que lo hemos conseguido!.

“Celephais”, como la obra de H.P. Lovecraft. Es innegable que determinados autores tienen una sombra muy, muy larga que se extiende a lo largo de los años y de las diferentes Artes. ¿De dónde sacáis la inspiración? ¿Algún otro referente más?
Diste en el clavo con Lovecraft y con el Arthur Gordon Pym de Poe. Está claro que nos gusta el romanticismo y el terror. Este último también lo consumimos en cine y somos amantes de las películas de Ari Aster, John Carpenter y Robert Eggers. Por supuestos comics y libros de Neil Gaiman, Alan Moore, etc. Demasiadas referencias para aburrir (más todavía) a los lectores jajaja. 

Se cuela por ahí “La Ascensión”, cantada en castellano. En anteriores trabajos, hay títulos en alemán, temas en francés… Nuevamente, ¿dónde está el límite? Entiendo que cada una de esas variaciones lingüísticas era por una necesidad de servir a la atmosfera que cuadraba con el tema ¿Por qué ese encajaba mejor en castellano?
De nuevo entra la intuición de Oscar. Ya habíamos experimentado con el castellano en nuestra versión de “As Fire Swept Cleans the Earth” de Enslaved y pensó que quedaría bien algo interpretado en nuestro idioma natal, por el hecho de que es raro encontrar algo de metal extremo cantado en castellano.
Al final y como ocurre en la ópera e incluso en el hip hop, tanto la letra como el propio idioma tienen que ser otro instrumento o vehículo adicional más en el aporte estético de la canción. Y no todos los idiomas valen para expresar lo mismo. El alemán tiene una sonoridad, el francés otra…
Sabíamos que el castellano ayudaría a empatizar con el oyente en ese viaje por el espacio embarcados en un viejo galeón español. Y creo que acertamos. A ver qué opinan fuera de nuestras fronteras!

¿Hay alguna línea conductora a lo largo de todo el Laniakea? Porque esa estructura de temas e interludios enlaza a la perfección.
Esto es mitad pensado y mitad fortuito. Siempre hemos hecho discos en los que las canciones se unan unas con otras al igual que los trozos de nuestras canciones se van uniendo unos con otros. Es marca de la casa. Y para poder descansar auditivamente y asimilar lo que exponemos, buscamos unos interludios que ayuden a digerir los propios temas y además que aporten nuevas sonoridades y caminos en el disco. Si has estado alguna vez en una cata de vinos, son como el pico de pan que comes entre una copa y otra para diferenciar mejor su sabor.
Lo difícil es situar siempre los temas en el disco para que la escucha adquiera el mejor sentido. Nos costó llegar a ella y recuerdo como Miguel insistió mucho para que fuese así. Lo más gracioso fue cuando en una entrevista de Sadixmo con Angel Lobo, nos preguntó si el timing de los temas estaba escogido a propósito. Al final y de manera casi profética, el minutaje de cada tema se desarrolla casi en espejo desde el tema central. De verdad que no caímos en ello pero efectivamente, todo cuadró.

Vuelvo a lo complejo y a lo no-comercial de vuestra propuesta, y lo siento mucho, pero es así, en este país, hay muchos -demasiados- borregos musicales, ¿sois profetas en vuestra tierra, o por el contrario, notáis mayor aceptación en el exterior? ¿Algún cambio en la audiencia en estos últimos años?
Realmente los límites son referencias que nos autoimponemos las personas porque nos da miedo desdibujarnos en nuestro entorno. Quizá suene un poco raro dicho así pero el hacer cosas un poco diferentes ha sido nuestra punta de lanza pero también nuestro estigma. Básicamente nos gusta el metal extremo. Y dentro de ese marco damos rienda suelta a nuestra imaginación, tratando de crear temas sólidos con todas las herramientas estilísticas que tenemos a mano.
El problema radica en que la gente necesita parcelar las cosas para entenderlas y parcelarlas para, no simplemente sentirlas. Es una cuestión de complejos y a veces de falta de imaginación. Si es black tiene que ser black. Si es death, death… Qué más da, extrae lo que más te gusta de cualquier estilo, encájalo en otro y dale un sentido. No trates de explicarlo, siéntelo. Es un poco como la comida. No disfrutas comiendo pizza, que lleva mil ingredientes dispares de vez en cuando? Pues en esencia, es lo mismo.
Al final componemos lo que nos gusta de manera honesta. Si quisiésemos vivir de ello estaríamos tocando otros estilos cerrados. Y con la misma honestidad creo que la gente que quiere experimentar un viaje diferente, se acerca a nuestra música tanto dentro como fuera de España. Al final esa reciprocidad y esa conexión con el público que busca sensaciones diferentes es la que nos sigue impulsando a seguir lanzando álbumes.

No os voy a preguntar por vuestros diez discos esenciales, pero sí por uno, ese que años después seguís estudiando y recomendando. ¿Y en estos últimos años, sobre todo desde la Pandemia, uno que hayáis descubierto y sea una referencia?
Justo antes de pandemia estuve viendo a Leprous y es un grupo que he escuchado mucho, sobre todo el disco de Malina. Agalloch también es un grupo que me gusta mucho. Recientemente me parece muy divertida y fresca la propuesta de Electric Callboy, por su mezcla de música ochentera, hardcore y techno; o la de Zeal&ardor empapándose de las raíces del blues. Creo que la escena está más nutrida de nuevos grupos que nunca, pero los cabezas de cartel de todos los festivales tradicionales siguen siendo los mismos XD.

Por último, muchas gracias por vuestro tiempo. Micrófono abierto para vosotros.
Gracias a vosotros por vuestro tiempo a la hora de escribir una entrevista y una reseña. No es habitual que en general la gente se tome tiempo para nada y esa falta de pasión en general se resume en la falta de ideas, de diálogo y de propuestas que vemos día a día. Por norma general, lo que los proyectos necesitan es más cariño, imaginación y ganas que otra cosa. El resto suele venir después.
Y como solemos decir en nuestras despedidas, no olvidéis supervitaminarse y mineralizarse!

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