Críticas - Clásicos
Puntuación alta - recomendado

BOLT THROWER (GBR) «Realm of Chaos: Slaves to Darkness»

Earache Records, 1989

AUTOR: Daniel Gallar

BOLT THROWER son una auténtica institución dentro del death metal y el metal en general. ¿Alguien lo duda? Pocas veces encontrarás a una banda tan admirada no sólo por su música, sino también por su actitud y código deontológico. Es más, es un grupo al que admira incluso la gente a la que no le gusta el grupo. Y esto hoy en día, en un género tan amplio pero a veces tan plagado de envidias como es el metal, es harto difícil de conseguir. 

El año es 1989 y el quinteto de Coventry había sacado su debut «In Battle there is No Law!» justo un año antes. Una explosiva mezcla de death/grind/crust que incluso a día de hoy yo personalmente todavía no logro pillar. Siempre encontré la música demasiado caótica, amén de estar sepultada bajo una pésima grabación. No obstante, esta placa de debut ya les colocó en lo más alto de una escena death/grind británica que acababa de arrancar con bandas como NAPALM DEATH, BENEDICTION, INTENSE DEGREE, EXTREME NOISE TERROR, FILTHY CHRISTIANS o CARCASS. Pues bien, en apenas un año el quinteto inglés dio un giro espectacular que ya les llevó por el camino adecuado al encontrar su propia personalidad y sonido – un sonido que acabó creando… ya no escuela, sino cátedra, y que a día de hoy es hasta reverenciado. Un death metal grueso y mastodóntico de carácter bélico que no hace sino exaltar los horrores de la guerra y la miseria humana al mismo tiempo que enaltece y exalta valores como el honor, el valor y el orgullo (lo sé, esto acabaría siendo título de un disco de ellos años después). «Realm of Chaos: Slaves to Darkness» es un disco intenso que, para hacer honor a la temática bélica de la banda y obra, no da cuartel. Para empezar tengo entendido que cambiaron la afinación de las guitarras (algo que luego se convertiría en algo habitual en el death metal). Una afinación más grave y agresiva que por tanto da más juego a la hora de tocar este estilo. Por otra parte y casi más importante: la producción es mucho mejor (aunque dista de ser perfecta) y se ajusta bastante bien al estilo. Tengamos en cuenta que estamos en 1989 y hasta entonces en Europa se había coqueteado más con estilos como el grindcore que con el death metal puro y duro. Y eso es exactamente lo que de alguna forma representa este trabajo: el comienzo mismo del death metal auténtico en Europa (quizás un honor que pueden compartir con el obsesivo “Consuming Impulse” de los holandeses PESTILENCE). El sonido es pesadísimo, soberbio, con tintes épicos por momentos (algo en lo que se especializarían en trabajos sucesivos y que en este disco tiran más a «épico-caóticos»). Es un poco como la harmonía dentro del caos que metafóricamente su música quiere representar: la guerra misma. Las guitarras de Gavin War y Baz Thomson suenan sucias, marrulleras, potentes y con mucha mala hostia. La batería de Andy Whale suena por momentos como si fueran tambores de guerra ofreciéndonos redobles antes de la batalla final. El bajo de Jo Bench sin embargo apenas tiene protagonismo en este LP (algo que se iría subsanando disco tras disco). Karl Willetts tiene una voz death metalera no tan gutural como otras pero con un rasgado que suena un poco agónico y casa muy bien con todo. 

El LP comienza con una intro extraña y desconcertante sin instrumentación alguna pero que ya empieza a picar la curiosidad del personal. ¿Quién podría resistirse a seguir escuchando? El disco en teoría no es una obra conceptual, sin embargo todo gira en torno al juego de guerra/estrategia Warhammer 40000. Hay un halo de autenticidad que impregna cada surco del disco y que les acompañaría ya para el resto de su carrera. Algo que sí que ya harían por última vez sería utilizar blastbeats. A partir de «Warmaster» pasarían a concentarse en esos medios tiempos aplastantes y machacones y esas melodías tan acojonantes como pegadizas. BOLT THROWER es BOLT THROWER y es una de esas bandas que no decepcionan nunca pero que al mismo tiempo sabes que no te van a sorprender con notables cambios de estilo. Si tuviera que elegir temas favoritos del álbum me decantaría por «Eternal War», «All That Remains», «World Eater» o «Drowned In Torment». Pero no hay ni un solo tema malo. De hecho no hay ningún tema que no sea como mínimo bastante bueno. 

Algo que resulta poco menos que increíble es que, a pesar de ser un álbum de finales de los ochenta, ha envejecido estupendamente. De alguna manera ese carácter y sonido vetusto le ha dado atemporalidad. Suena igual de extremo ahora que antes. El tiempo se congela en este disco que evoca épicas pero cruentas batallas y que nos hace sentir el hedor a sangre, muerte y sufrimiento muy de cerca. Las guitarras suenan amenazantes, como en «World Eater» con ese riffeo enfermizo que luego pasa a un blastbeat aplastante aderezado con solos «caóticos» que quedan perfectos. No cambiaría una sola nota. Son como atonales, chirriantes y están ahí para dar atmósfera, sin más y tienen máxima efectividad. 

Otra lección que nos dan los BOLT THROWER con “Realm of Chaos” y que quedará aún mas de manifiesto en discos posteriores es que no hace falta tocar rápido para sonar sofocante y brutal. Hoy en día muchos grupos tiran por derroteros tipo “mil notas por segundo” para suplir creatividad. El quinteto inglés se centra en volarnos la cabeza con un predominio de medios tiempos pero orginales y rubricados con melodías cañeras y pegadizas dignas de quitarse el sombrero. 

HELLHAMMER ya nos indicaron lo que era el (proto)death metal a mediados de los ochenta, pero BOLT THROWER perfeccionaron el estilo incluso antes de llegar a la década de los noventa. Tendrán discos mejores y más trabajados, pero la importancia histórica de “Realm of Chaos” es indiscutible y por tanto merece una altísima puntuación. BOLT THROWER… una banda tan auténtica y honesta que después de sacar esa obra maestra titulada “Those Once Loyal” se negó en rotundo a editar material de calidad inferior hasta que al final acabaron por disolverse. Una banda que rechazó tocar en Wacken en 2007 a pesar de que fue una de las más votadas para que allí tocasen. ¿Razón? BOLT THROWER son una banda 100% leal con sus fans. Es recíproco. Y prefirieron seguir tocando en ambientes íntimos de pequeñas salas para sus fans que para tropecientos metaleros festivaleros borrachos a las tantas de la mañana. Eso se llama orgullo y dignidad. Por desgracia la banda ya no continúa en activo pero para aquellos ultranostálgicos siempre se puede echar un oído a los MEMORIAM, que tienen entre sus filas a Karl Willets y Andre Whale. El estilo es similar aunque no son tan buenos… ¡pero mejor que nada! ¡Comprad o morid malditos!

Puntuación

Nota - 9

9

Nota

BOLT THROWER son una auténtica institución dentro del death metal y el metal en general. ¿Alguien lo duda? Pocas veces encontrarás a una banda tan admirada no sólo por su música, sino también por su actitud y código deontológico.

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