CANNIBAL CORPSE (USA) «Eaten back to life» (Metal Blade records, 1990)
Por Luis Martínez
A principios de los años 90, todas las miradas de los seguidores de los sonidos más extremos se dirigían hacia la calurosa Florida y a los Morrisound Recording Studios comandados por los hermanos Tom y Jim Morris, así como el ingeniero Scott Burns. Entre ellos habían ayudado a crear obras que eran las favoritas de los seguidores del Death Metal, “Altars of Madness”, “Slowly We Rot”, “Beneath the Remains”… Con lo que varios sellos discográficos estaban raudos a fichar al que podía ser la siguiente sensación. En este caso, Metal Blade, el sello de Brian Slagel, se percataron de una joven banda de Buffalo nacida de las cenizas de bandas locales como TYRANT SIN, BEYOND DEATH y LEVIATHAN. Desde la unión de los músicos y sus primeros temas quedó claro que la música de estos iba a ser mucho más agresiva y orientada al Death Metal que en sus bandas previas. Así nació esta bestia que se bautizó como CANNIBAL CORPSE, un nombre brutal y cafre para una banda que buscaba ser igual de impactante.
Ayudados por Scott Burns, la banda produjo su álbum debut que daba cien pasos adelante en una temática hasta aquella apenas tocada en el Death Metal, el Gore. Aquí todo se llevaba al extremo, la sangre, las vísceras, los gusanos, la putrefacción y la violencia. Era como una película Gore llevada al arte sonoro, títulos como “Skull full of Maggots”, “Bloody Chunks”, “Born in a Casket” nos ponían en sobre aviso. Indudablemente, los seguidores quedaron impactados por el nivel de brutalidad y violencia, donde incluso no se llegaba a comprender esa obsesión por el Gore, mezclado con música tan violenta y agresiva por cierto sector de la crítica musical. La banda grabó 11 temas que mostraban a unos guitarristas y bajista que desgranaban riffs pesados y machacones, así como una velocidad en la ejecución que hasta aquel momento pocas veces se había visto. La forma original de machacar la caja de la batería de Paul Mazurkiewicz, de forma constante y con una violencia que hacía que nuestra cabeza se mueva irremediablemente. Por último, un nombre Chris Barnes, el cantante que marcó un estilo y una forma de cantar el Death Metal, cuando la gran mayoría de las voces eran más desgarradas y agudas, mr. Barnes hizo lo contrario lo llevó a la guturalidad y gravedad. Algo que sorprendía a todo el mundo al escuchar. Todo en su conjunto hacía de “Eaten Back to Life”, un álbum brutal, despiadado y cafre.
Otro elemento que llamó la atención y afirmaba la propuesta de la banda en ese Brutal Death Metal, era la portada realizada por el dibujante de comics Vincent Locke, que nos mostraba toda la brutalidad de las letras, plasmando un muerto viviente que se devoraba así mismo con verdadera ansia, al igual que el resto de detalles de la portada muy en relación con los títulos de las canciones del álbum.(“Skull Full of Maggots”, “Bloody Chunks”…)
Temas no muy largos en algunas veces, entre 1 y 3 minutos, otros más trabajados y largos, 4 y 5. Pero que no daban tiempo a respirar y que hicieron de CANNIBAL CORPSE un nombre a tener en cuenta por todos aquellos que buscaban una banda más brutal que todas las que existían. Temas como “Skull Full of Maggots”, “Mangled”, “Put them to Death”, “Born in a Casket” por nombrar albuno… con sus riffs brutales y agresivos, pero a su vez la banda se las arregló para meter coros que eran (y son) coreados por sus seguidores en los directos como auténticos himnos.
No es el mejor álbum de la carrera de CANNIBAL CORPSE, pero su importancia en la concepción de un estilo de Death Metal, apartado de la técnica y más enfocado en la brutalidad, agresividad, el Gore y la guturalidad, hacen de “Eaten Back To Life” un álbum fundamental en la historia del Death Metal.