CHILDREN OF BODOM (FIN) «Something Wild» (Spinefarm Records, 1997)
Por Lluís García Sola
Hablar de CHILDREN OF BODOM es hablar de la historia viva del Death Metal melódico. Una de las bandas que a finales de los 90 rompieron todos los moldes y límites entre géneros como el Heavy, el Power, el Thrash, o el Death Metal, fusionándolos todos en un registro propio, un sello que bebía de la esencia inmortal y de la grandeza de la música clásica. Y “Something Wild”, allá por el año 97, fue su sorprendente debut que sorprendió a toda la parroquia metálica, y enganchó (¡Y de qué forma!) a las nuevas generaciones que venían golpeando fuerte. Así descubrimos a un tal Alexi Laiho, dispuesto a revolucionar a las masas, convirtiéndose en todo un icono de la época.
“Deadnight Warrior”, o como dar un golpe (un puñetazo más bien) sobre la mesa, arranca tras una risa de lo más malévola. A partir de ahí nada que no conozcamos ya a estas alturas: Unas guitarras salvajes a caso de Alexander Kuoppala y el propio Laiho, y una voz atronadora, desgarrada y violenta hasta el extremo, que sentaría cátedra, siendo tantas veces imitada y pocas, o prácticamente ninguna vez, igualada. Un corte breve, de apenas tres minutos, directo y sin artificios. A continuación “In The Shadows”, que prácticamente doblaría la duración del anterior tema, pero siendo mucho más salvaje aún si cabe, con una línea gruesamente marcado por el bajo de Henkka Seppälä, y golpeado sin piedad por la contundencia de Jaska Raatikainen a la batería. Aquí si buscarían, encontrándolos, cambios de tempo, variedad de registros vocales y un trabajo a las teclas impresionante. Señores y señoras, con todos ustedes el jovencísimo Janne Wirman.
Llegaría el turno de las dos partes de “Red Light In My Eyes”. No os lo sabría explicar con palabras, pero la primera de ellas se convirtió rápidamente en una de sus composiciones que más disfruto. Increíbles melodías y armonías de guitarra, y el bueno de Alexi moviéndose con soltura entre los tonos más crudos de su registro vocal. Mención especial, una vez más, a la labor de Wirman, dotando a la banda de una sonoridad extrañamente personal para unos noveles, y propia de cualquier película de terror. En la segunda parte, seguirían por la misma senda, subiendo por momentos las revoluciones, así como los decibelios, antes de llegar a “Lake Bodom”, uno de los indiscutibles estandartes de los fineses a lo largo de su ya longeva carrera discográfica. Contiene todo lo que le podemos pedir a una composición del grupo. Caña, inesperados cambios de ritmo que te pillan completamente desprevenido, riffs afilados como para cortar el aire que respiramos, melodías de salvaje belleza, y un Laiho con sus característicos “gritos” tan característicos. Clasicazo donde los haya con los duelos instrumentales que Alexi y Janne siguen firmando a día de hoy.
Nos acercamos al final del álbum con “The Nail”, otro corte extenso, de tétrica introducción que nos sumerge al instante en cualquier bosque nocturno dominado por el serial killer de turno. ¿Y después? Tralla, mucha tralla, bordada con los míticos “Huh!” de rigor a cargo de un adolescente Laiho. Y con la melódica y tremendamente pegadiza guitarra de “Touch Like Angel Of Death” llegamos al brillante cierre de este sobresaliente “Something Wild”. Si sois pacientes y dejáis pasar unos segundos pasado el huracán, Janne nos ofrecerá un último y curioso obsequio sonoro. Y así, amigos míos, fue como unos jovencitos y descarados nórdicos llamados CHILDREN OF BODOM, entraron como una bestia dentro de la historia del Heavy Metal hace ya veinte años. Y los que nos quedan con los locos del Lago de Bodom. No todo es perfecto, ya que en algunos pasajes de sus composiciones se notaba cierta inexperiencia y “caos”, pero quizás resida ahí uno de los mayores encantos de sus primeros trabajos. Pero sin duda algunas, lo peor de todo es lo extremadamente corto que resulta el compacto, con apenas 35 minutos de duración, como viene siendo constante en sus publicaciones de estudio. En fin, que más da si es para deleitarnos con “Algo Salvaje”.