Crónicas Live

[CRÓNICAS LIVE] – X Hellfest Open Air 2015 (Parte I: Presentación, ambiente y público)

HELLFEST 2015

Crónica: Jose Mora | Fotografía: Jaime García

Un parque temático del rock. El Disneyland del metal. La quintaesencia del entertainment metalero. La meca del heavy. Hablar acerca de Hellfest es hablar acerca del que probablemente sea el mejor festival de rock del mundo en la actualidad, y los que ya hemos disfrutado de la experiencia varias veces sólo podemos ya bromear entre nosotros acerca de las virtudes del festival, a la vez que apuntamos año tras año la fecha en el calendario. Semana reservada a doce meses vista, seguimiento exhaustivo de las noticias, incorporaciones al cartel o cualquier información que se vaya publicando durante los siguientes 365 días e ir preparándonos mentalmente para pasar una vez más en el coqueto pueblo de Clisson, a una media hora de Nantes, algunos de los mejores momentos del año. Un especie de religión / credo metalero que tiene en Hellfest su altar particular. Como decimos en el grupete de “festivaliers” que nos juntamos para hacer expedición al festival cada verano, “la vida es lo que pasa entre Hellfest y Hellfest”.

Podría extenderme aquí largo y tendido acerca de como todo está expresamente pensado para que el fan del rock / metal / punk pase en Hellfest un rato inmejorable. Norias, fuegos artificiales, skatepark,  mercadillo de todo tipo de discos y merchandising, escenarios alternativos repartidos por Clisson y la zona de acampada, espectáculos de pirotecnia, fuegos artificiales, variada oferta gastronómica, una organización que cuida cada detalle y a sus clientes por encima de todo, y porque no decirlo… el mejor line-up de bandas de toda Europa año tras año. Aquí hay para todos los gustos, casi 160 bandas de distintos pelajes repartidas desde las diez y media de la mañana hasta las dos de la madrugada por seis escenarios distintos: dos de ellos, “mainstages” al aire libre dónde las bandas mas multitudinarias descargan su show, una carpa “mas o menos death metal” (el “Altar”), una carpa “mas o menos black metal” (el “temple”), una carpa “stoner / doom / post rock / sludge / detodounpoco” (el “Valley”) y finalmente el escenario “Warzone” donde las bandas mas punk y hardcore actuan. La oferta es más que variada año tras año, y siempre hay tres grupos tocando a la vez en puntos distintos del festival. Para los que somos eclécticos echar un vistazo al running order de cada edición es una experiencia gratificante y frustrante a la vez. La cantidad de buenas bandas que se pueden ver en tres días es enorme, pero también las inevitables coincidencias de horarios hacen que sufras a la hora de decidir qué banda ver en cada momento. Como ustedes pueden imaginar, ávidos lectores, el humilde redactor de estas lineas aún no ha conseguido desarrollar el don de la ubicuidad, por lo que la crónica que vais a leer tiene un poco de aquí y un poco de allá, un poco de bandas masivas, y otro tanto de bandas que en una gira por España tocarían en salas para 25 o 30 personas. Un poco de mis bandas favoritas, y otro poco de bandas que nunca había visto en directo. Un poco de descubrimiento, y otro poco de viejos conocidos. Lo que viene a ser un loco de la música suelto en Hellfest.

Esta edición suponía la décima edición del festival, y los promotores del evento tenían bien claro que quería hacer de ella la mejor de su historia en cuanto a organización. Las mejoras respecto a los aspectos más negativos de la pasada edición eran notorias. Uno de los aspectos más frustrantes del año pasado fue la excesiva masificación del festival, especialmente en los main stages durante las horas “punta” del día. Este aspecto se ha visto bastante aliviado este año ya que se vendieron menos entradas que en el anterior Hellfest, y solamente en un par de conciertos de este año podemos decir que el asunto “se les fue de las manos”. Otra de las mejoras mas importantes ha sido la ampliación también del tamaño de las carpas. La pasada edición no se podía entrar en conciertos de bandas como Carcass, Clutch o Opeth. Esta vez no se han quedado pequeñas en ningún momento y todo el mundo pudo disfrutar de los conciertos del “valey”, “altar” y “temple” cuando quiso. Finalmente, el acierto definitivo de este año ha sido preocuparse de que la zona entera de conciertos gozara de un verde y saludable cesped en toda su extensión, sustituyendo así bastantes zonas secas que llevaban a que con el tumulto y la fiesta, la pasada edición pasasemos tres días respirando nubes de humo cada poco. Un acierto. Para redondear el asunto, el tiempo acompañó. No llovió y no hizo un calor asfixiante. Todo estaba de cara para que Hellfest fuera inolvidable una vez más para los 150.000 asistentes, y así fue.

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