La etimología de la palabra vampiro, como espíritu nocturno que atormenta a los vivos y que se alimenta de su sangre, tiene una raíz que viene de las lenguas eslavas, en concreto upior. No obstante, cada región tiene su propia definición y sus propias leyendas. Y en concreto, desde la zona de Rumanía, a dicho espíritu nocturno se le conoce como strigoi. ¡Colorea y aprende con Teo!
Así que no es de extrañar que una persona de ánimo sombrío como es Greg MacKintosh, después de llevarse media vida creando atmósferas densas para los doomers PARADISE LOST, se meta en otros proyectos y bucee dentro del folklore nocturno creando un proyecto como STRIGOI. A lo mejor, luego resulta que es una bellísima persona, pero de ánimo y de lo que vuelca en sus composiciones, pues hay bilis, oscuridad, depresión y muchas cosas más, nada halagüeñas. Como he dicho, se ha tirado toda su vida rascando cuerdas en PARADISE LOST, después estuvo unos cuantos años llevando VALLENFYRE como una catarsis por la muerte de su padre en 2009, y de allí se ha traído a otros dos musicazos: el bajista Chris Casket y el baterista Waltteri Väyrynen (que también aporrea en los PARADISE). Pero…
STRIGOI es como la bestia nocturna de la que toma su nombre, y este su disco de estreno ya amenaza desde su título: “Abandon all faith” (Abandonad toda esperanza, como proclamaba el inicio del Canto III de “La Divina Comedia”). Ya desde las primeras notas de la introductoria “The Rising Horde” te avisan: un acople sucio, ruido, distorsión, guitarras ululantes… Esto no presagia nada bueno (¡o sí, depende de lo que te gusten las emociones y la música fuertes!). “Phantoms” te secciona la yugular con un brutal ataque de los tres músicos, una amalgama furiosa e hirviente de estilos, de Death reviejo, de Crust, de bilis en estado puro. “Nocturnal vermin” apabulla con un arrastrado y crepitante inicio, para deflagrar en una bomba de Black maquiavélico que no llega a los dos minutos. Sin prisioneros. “Seven Crowns” vuelve a ser otro desfase de velocidad guiado por un ritmo Crust como bien lo hacían en su momento los ENTOMBED, y solos guitarreros tirando de palanca, sucios y viscosos.
En PARADISE LOST se puede ver la vertiente más melancólica, elegante y reflexiva de este músico. En STRIGOI se cuaja la otra vertiente del dolor existencial: furioso, abrasivo, encabronado, como escupirle a la cara a Paulo Coelho o a cualquiera que te venga con esas frases de filosofía de autoayuda barata. Porque “Throne of Disgrace” es otro gargajo bilioso, otro estallido de cólera que da paso a “Carved into the Skin”, un tema arrastrado, lúgubre e incómodo de escuchar a no ser que te vaya este rollo. Quizá uno de los mejores temas del álbum por su largo desarrollo y estructura. Pero no pienses que te vas a ir de rositas, porque los ataques se suceden con temas como “Parasite”, “Iniquitous Rage” o “Plague Nation”, una trilogía maléfica que te dejará hecho unos zorros. Pero es que la trilogía de cierre también es una agresión de proporciones titánicas… “Enemies of God” o “Scorn of the Father” te harán preguntarte que le ha pasado a McKintosh en su infancia para componer así. Y cerrar el disco con un temazo como “Abandon all Faith”, enraizado en lo más oscuro del Doom y epílogo perfecto para este debut.
STRIGOI, como ya hemos dicho, son como el espíritu nocturno del que toman el nombre: una bestia hambrienta que se alimenta de lo más oscuro del ser humano y lo plasma de manera magistral en un debut escalofriante, alejado completamente de la elegancia de PARADISE LOST, pero repleto de bilis, crudeza y electricidad a raudales. Toda una promesa.
Puntuación
Nota - 8.5
8.5
Nota
STRIGOI, como ya hemos dicho, son como el espíritu nocturno del que toman el nombre: una bestia hambrienta que se alimenta de lo más oscuro del ser humano y lo plasma de manera magistral en un debut escalofriante, alejado completamente de la elegancia de PARADISE LOST, pero repleto de bilis, crudeza y electricidad a raudales. Toda una promesa.
