Por Santi Gzlez
Hay que ver cómo se las gastan estos rusos, no se han estado a tonterías y puntuales a su cita nos presentan este su quinto álbum. Lo cierto es que no puedo comparar con los anteriores puesto que no los he escuchado ni tan siquiera ahora para documentarme a la hora de hacer esta reseña, y es que sinceramente, creo que no es necesario pues su estilo está bastante bien definido y me da a mí que viene de largo, aunque como digo, puedo equivocarme pues «The Art of Violent Torture» es el primer álbum que escucho de ellos.
Trece temas y poco más de media hora de duración nos llevan a un trabajo burro de por sí. Temas directos, verdaderos cañonazos de brutal death metal, death acelerado y bizarro del de colgarte la guitarra y disfrutar tocando, como en los inicios del estilo. Creo que esa es la esencia de esta banda. Aparte de violencia sonora y lírica, amén de títulos como el que da nombre al trabajo, «Impalement» o «The Art of Pain» y el propio nombre elegido para la banda. Y es que excepto por dos partes con guitarra acústica, que no les encuentro mucho sentido, el CD entero recorre riff de los de toda la vida de brutal death metal, tanto veloces como machacones, tanto de púa contrapua como de palm mute, pero eso sí, sin florituras, a piñón fijo.
El sonido elegido es del mismo pelo, para que todo encaje. Las guitarras son densas, oscuras y gordas. No apagabas, porque tienen chicha y tralla, pero bastante naturales, como el resto del conjunto, dejando una batería con «impurezas», para que todo sea más creíble. El bajo esta muy en fondo de la mezcla y rara vez destaca entre semejante muralla de guitarra y voz de Igor, gutural, según cánones también standard, growl, pero no excesiva.
Eliminaría, eso sí, los solos de guitarra. No son demasiados, y menos mal, porque rozan lo ridículo y están de pegote no haciendo otra cosa más que bajar el nivel de la composición y desvirtuarles como músicos.
