[CRÍTICAS] IRON MAIDEN (GBR) «The book of souls» CD 2015 (BMG Records)
Autor: Lluís "DiMu" García
¡La Dama de Hierro ha vuelto! 5 años han pasado ya desde su anterior álbum de estudio, “The Final Frontier”, al que le siguió una mastodóntica gira “Maiden England” repasando sus éxitos de los 80 y un posterior cáncer de garganta de Bruce Dickinson (más concretamente afectando a la lengua por “demasiado sexo oral” según declaró recientemente el vocalista) que a punto estuvo de arrebatárnoslo, musicalmente hablando. Por suerte aquí están de nuevo IRON MAIDEN para presentarnos “The Book of Souls”, probablemente el mejor disco de la doncella desde la vuelta de Bruce y Adrian a la banda, a la par o incluso superando a aquel gran “Brave New World”. Eso sí, digerirlo puede llevar su tiempo, y es que nos encontramos ante el trabajo discográfico más extenso de los ingleses, con 92 minutos de Heavy Metal presentados en un formato de doble cd o triple vinilo, y con un artwork excelente. 11 canciones, 3 de las cuales superan los 10 minutos, e incluso una de ellas con una duración de 18 minutos, que hay que saborear (y disfrutar) con total dedicación, para poder adentrarnos en su gratificante océano sonoro sin ningún tipo de prejuicios ni prisas. Algo difícil en una generación que vive de los adelantos, los singles, las radio-fórmulas y el consumo fácil de la música procedente de los auriculares de nuestros ipods, iphones o demás dispositivos móviles. ¿Un consejo? Desempolvad vuestro tocadiscos, subid el volumen y cerrad los ojos. No os arrepentiréis.
“If Eternity Should Fail”, el primer tema del álbum, lo escribió Bruce Dickinson para un futuro disco en solitario, pero por suerte para Steve Harris y los suyos forma parte de este nuevo disco. Una intro capaz de ponerle a uno los pelos de punta con esa solitaria voz de Bruce precediendo los galopantes ritmos marca de la casa y todas las señas que han hecho grandes (muy grandes) a la bestia. Una canción que bien podría formar parte de discos de la carrera del cantante como “Accident of Birth” o “The Chemical Wedding”, pero al que la banda imprime su personalidad una vez el trio de guitarras entran en el campo de batalla. “Speed of Light” resulta mucho más accesible y directa, con unos MAIDEN más clásicos, sin tanta floritura, como ya pudimos escuchar poco antes de la llegada del álbum. No en vano es obra de la dupla Adrian Smith/Bruce Dickinson, con un grito de Bruce como los de antaño y un riff guitarrero hard rockero muy juguetón, amen de unas guitarras solistas muy bien dibujadas y un estribillo tan sencillo como efectivo. Atención al videoclip si aún no lo habéis visto, una flecha de nostalgia en forma de arcade disparada directa a nuestros corazones.
En “The Great Unknown” encontramos la primera aportación conjunta de Adrian Smith y Steve Harris, en un buen corte que gana con las escuchas gracias a un buen estribillo y unos solos de guitarra que destacan entre los pasajes más pausados y oscuros del tema. Adrian vuelve a demostrar el peso y la calidad de sus composiciones en el sonido del grupo, y reivindica, una vez más, su figura ya no solo dentro del mismo, sino de la historia del Heavy Metal. “The Red and the Black” me enfrenta a sentimientos encontrados, y es que posee todas las cualidades y los excesos de los mejores temas firmados en solitario por Steve Harris. Tras una breve intro de bajo que me recuerda a un gran tema del, para mi, injustamente olvidado “The X Factor” (algún día me encantaría escribir sobre él con la perspectiva que nos otorga el tiempo), “Blood on the World’s Hands”, comienza un brillante viaje musical al que le sobran los innecesarios coros de Bruce, que suelen nacer de la espontaneidad de los fans en la magia que produce el directo y las melodías de las propias guitarras. Una pequeña fisura que se ve sobradamente compensada por los posteriores duelos de guitarra, el trote de las cuatro cuerdas y la brillante batería de Nicko McBrain.
Smith y Harris vuelven a unir su talento para “When the River Runs Deep”, un tema corto, siempre bajo los parámetros en los que nos movemos, rápido y bien ejecutado. Quizás de lo menos inspirado del álbum, a pesar de no desentonar en absoluto y suponer un buen paréntesis más accesible entre dos temas tan extensos como en los que se encuentra. Y llega el turno para la canción que da título al álbum y cierra su primera parte, “The Book of Souls”. Épica surgida de las manos y las mentes de Janick Gers y Steve Harris. Un inicio y final muy acertados que respiran la calma que rodea a un trallazo que, seguro, formará parte de sus próximos shows y apostaría a que ganará en vivo con la puesta en escena temática que posee. Un pasaje oscuro, denso, que desemboca en un grandilocuente estribillo, con un Dickinson pletórico y la riqueza musical que le otorgan el protagonismo de las guitarras a tres bandas. Si a esto le añadimos lo que Harris y McBrain aportan a la base rítmica de MAIDEN resulta fácil hacerse una idea de lo que nos podemos encontrar, ¿verdad? Pues sumad unas gotas del sonido de teclado que tanto le gusta al bueno de Steve y ahí tendréis el resultado.
Y comenzamos la segunda parte de este “The Book of Souls” con un caballo ganador “Death or Glory”. Justo lo opuesto musicalmente hablando del tema con el que cerramos el anterior compacto. Un tema corto, potente, pegadizo, con un puente y estribillo muy inspirado, firmado por la pareja perfecta, Smith/Dickinson, y que encajaría a la perfección en cualquier disco clásico como podría ser “Powerslave”, por citar solo un ejemplo. Janick Gers y Steve Harris vuelven a colaborar en “Shadows of the Valley”, con un inicio que perfectamente podría haber firmado Adrian y que, de hecho, recuerda mucho al de “Wasted Years”, antes de evolucionar a unos derroteros que poco tienen que ver con esta, y unos riffs en los que Janick se mueve como pez en el agua. “Tears of a Clown” tiene de nuevo la rúbrica Smith/Harris. Un tema mucho más ligero, en el que todas las piezas instrumentales encajan a la perfección y la banda rinde su particular homenaje a la figura del tristemente fallecido actor Robin Williams. Según palabras del propio Bruce, su favorita del disco.
El bueno de Dave Murray aparece aquí en los créditos por primera y última vez, para co-escribir junto a su inseparable Steve un tema de inicio muy suave, pausado y con cierto toque emotivo, “The Man of Sorrows”. Probablemente de lo más flojo de todo el disco, con un Dickinson al que se le ve algo forzado vocalmente, como en algún que otro pasaje del álbum, pero que cuenta con un estribillo bien trabajado y tiene el privilegio de preceder a una auténtica obra maestra que está por llegar. ¿Os acordáis de lo que os he dicho al principio de esta crítica sobre el tiempo, el volumen y cerrar los ojos? Pues este es el momento más adecuado sino lo habéis hecho hasta ahora con “Empire of the Clouds”. Casi 20 minutos surgidos de la imaginación y el indiscutible talento de, hay que decirlo así, Mr. Bruce Dickinson. Un corte cocinado a fuego lento, basado en la gran catástrofe que protagonizó la aeronave R101, el dirigible más grande construido jamás y que sirve de inspiración para que el vocalista se deje llevar por otra de sus grandes pasiones, la aeronáutica. Impagable la elegancia de cada nota del piano del propio Bruce que nos introduce en esta fabulosa historia, y que nos despide de la misma. No esperéis un gran estribillo, pegadizo y repetitivo, porque aquí no lo encontraréis. Aquí “solo” hay sitio para la intensidad del trabajo vocal increscendo de Dickinson, los constantes cambios de ritmo de Brian, el poderoso bajo de Steve y las guitarras que coquetean por momentos con los toques más progresivos de todo el álbum, a cargo de un Dave, un Adrian y un Janick en un envidiable estado de forma. Temas así solo están al alcance de los más grandes, y ellos lo son. Impagable.
¿Qué puedo añadir ya que no haya dicho anteriormente? El simple hecho de poder escribir una reseña de un disco de IRON MAIDEN, una banda que ha escrito y reescribe continuamente su nombre en lo más alto del Heavy Metal casi 40 años después de su nacimiento, es para mi un honor, un orgullo, que me crea el miedo de no estar a la altura o de dejarme llevar en exceso por el amor que siento hacia un grupo que descubrí en mi infancia, que me atormentó con pesadillas “gracias” a la portada del vinilo de “Piece of Mind” que mi hermano mayor guardaba en su estantería, que supuso el primer disco que me compré con “Killers”, además de las decenas de cassettes de conciertos “piratas” que adquiría en el mercadillo de mi pueblo, o las horas que me pasaba con mi diccionario Español-Inglés traduciendo sus letras… quien sabe si hoy amaría la música de la forma que lo hago sino fuera por ellos. Aún así espero haber sido lo más sincero y objetivo posible, y ruego me perdonéis si en algún momento no he sido capaz de controlar mis sentimientos. Me ha costado varios días ponerme a plasmar en palabras mis sensaciones sobre “The Book of Souls”, pero creo que nos encontramos ante un trabajo al que hay que dedicarle varias y dedicadas escuchas antes de poder valorarlo adecuadamente. Quienes sigan esperando un “The Number of the Beast” o un “Seventh Son of a Seventh Son” a estas alturas saldrán seguramente decepcionados, y probablemente lo harán en futuros lanzamientos. El resto disfrutarán de este decimosexto álbum de estudio de los británicos, con un más que notable disco, que quizás con un par de temas menos, un par de hitazos y sin algún que otro exceso, habría resultado sobresaliente. Nos vemos en la gira. Up the Irons!