Se conoce como enteógeno a cualquier sustancia vegetal o combinado de las mismas que produce efectos psicotrópicos; es decir, que cada vez que te jalas un hongo o fumas maría, estás utilizando un enteógeno. ¡Colorea y flipa con Teo!
Entre los más conocidos está el cornezuelo, que fue sintetizado en laboratorio por primera vez en 1938 con el rimbombante nombre de dietilamida de ácido lisérgico, o lo que es lo mismo, ácido o LSD. Luego, como recordareis, vino aquella época dorada donde los hippies lo utilizaban como experiencia o viaje que ampliaba las puertas de la mente. Y, dejemos ya de hablar de estos temas, que parezco Walter White. El trasfondo del asunto es que de aquella época de amor, paz, pajaritos y arcoíris, surgieron movimientos musicales y bandas que pasaban de los suaves acordes y buscaban un sonido más duro. Los paters de todo el asunto, los siempre nombrados y venerados BLACK SABBATH, provenían, de hecho, de las raíces de un grupo todavía anclado en aquellos sonidos hippies-bluseros llamados EARTH. Antes de ellos había una extraña y convulsa mezcla de sonidos todavía no metálicos, pero a medio camino entre el Blues más oscuro, los sonidos graves y pesados y la psicodelia. Hablamos de bandas como BLUE CHEER, IRON BUTTERFLY o VANILLA FUDGE. Y esa misma vibración es la que te vas a encontrar con los MOUNTAIN TAMER.
“Psychosis ritual” abre con un par de golpes de goliath y a viajar. Mistéricas e hipnóticas líneas de guitarra a tope de efectos fuzz y flanger, sobre una base de batería lenta y un siniestro y omnipresente bajo. “Warlock” sigue en esa misma línea, avanzando como un mastodonte, una canción que repta más que camina, como un caimán en los pantanos de Florida. Y, coño, la desgañitada voz de Andrew Hall no hace sino recordarme a la de Perry Farrell de los JANE’S ADDICTION, aunque todo lo que rodea a su interpretación ruge como un puto dragster. Si os da yuyu probar la mescalina o el peyote, no hace falta que os acerquéis a esas sustancias, simplemente pinchad el siguiente tema, “Turoc Maximus Antonis” y dejaos llevar, dejaos invadir de luces y de colores, notad, sentid, palpad, saboread… Nunca un viaje os va a salir tan barato. Reminiscencias en la evolución del tema de todas esas bandas que he mencionado anteriormente, pero con la pesadez fumeta más actual. “Scorched earth” viene casi enganchada del tema anterior gracias al acople de guitarra, y aquí sí, aquí esto se vuelve más pesado que el iridio; una tensa interpretación de unos músicos enamorados de los colorinchis más lisérgicos pero que saben impregnar a sus temas de una dureza que nada tiene que ver con los paradigmas hippiosos.
Al igual ocurre con “Death in the Woods”, los riffs giran y giran, vuelan y vuelan en una espiral infinita que te atrapa. Es inevitable no menear la cabeza y, cuando estás en lo mejor, final abrupto, como un tajo. Entra entonces “Chained”, lisérgico total, como sacado directamente de los rincones más obscuros de la cabeza de Timothy Leary. Y para fliparlo bien, cierran con “Black Noise”, una dosis directa de buen ácido a tu cabeza. Arrastrada como un “The End” de THE DOORS, fumeta como KYUSS, vieja como BLUE CHEER pero, a la vez, actualizado a los años que corren. Puto y puro THC sónico.
Lo dicho. Si te va la vertiente más psicodélica de la música, pero pasas de moñadas de florecitas, arcoíris y unicornios, dale unas veinte mil vueltas al “Psychosis Ritual” de MOUNTAIN TAMER. El viaje lo tienes asegurado y sin efectos secundarios, salvo que te engancharas a su música.
Puntuación
Nota - 8.5
8.5
Nota
Lo dicho. Si te va la vertiente más psicodélica de la música, pero pasas de moñadas de florecitas, arcoíris y unicornios, dale unas veinte mil vueltas al “Psychosis Ritual” de MOUNTAIN TAMER. El viaje lo tienes asegurado y sin efectos secundarios, salvo que te engancharas a su música.