AUTOPSY (USA) «Severed Survival» (Peaceville Records, 1989)
Por Daniel Ureña Cruz
En un momento en que internet era solo un sueño lejano y casi imposible, las portadas de los álbumes de metal eran la principal carta de presentación, encontrando a veces sorpresas realmente desagradables y/o, por qué no decirlo, a veces también sorprendentemente interesantes (las revistas de difusión musical ayudaban igualmente en su justa medida). Qué decir tiene que con el cine en VHS ocurría exactamente igual: ¿cuántas veces en un videoclub sólo te decidías a alquilar una película por la imagen de su portada para después encontrar el mayor bodrio que existe dentro de la exploitation? Eran tiempos muy diferentes a los de la generación de internet, sin por ello menospreciar el enorme valor que la red posee en el trabajo de difusión, conocimiento musical y otros ámbitos, pero indudablemente, y por encima de todo, eran tiempos con magia.
La pieza que en este momento reseñamos es especial dentro del metal extremo, y es especial tanto en cuanto aglutina ambas disciplinas anteriormente indicadas (aquí hay imagen y contenido). ¡Qué feliz sería el tito Frank de ver cómo le han dedicado una portada justamente tras haber descifrado el misterio de la Caja de Lemarchand! (con sumo respeto al posterior “Carnivoracity” de AVULSED). Solo con ver esa ilustración ya entrabas en una marea de dolor y sufrimiento. La cara de agonía del personaje, siendo desmembrado por unos ganchos mientras destrozan su carne es una carta de presentación importante para una banda cuyo nombre es AUTOPSY.
Considerados ya una formación de culto dentro del death americano, AUTOPSY en un lejano 1989 había caído en las garras del death metal, convirtiéndose en un pilar fundamental del estilo con su “Severed Survival”. Dos años antes, DEATH habían hecho lo propio dando al mundo su primer álbum de estudio, “Scream Bloody Gore”, y la influencia es sumamente palpable en este nuevo puñetazo sonoro. De hecho, es más que conocido que Chris Reifert, batería y vocalista en este álbum, tuvo su momento en la formación de Chuck Schuldiner. Aunque la década de los 90 fue, sin lugar a dudas, la que mayor explotación supuso del género y en la cual se grabaron la mayor parte de álbumes que hoy son pilares fundamentales de la escena, es igualmente cierto que el death de la década de los 80 es elevado a la categoría de culto sagrado. Son sonidos muy diferentes y producciones igualmente alejadas, pero la fuerza musical y el gore visceral están presentes en ambas realidades, si bien desde un modo más primitivo en aquellos años más lejanos, y en ese aspecto violento, malsano y podrido, AUTOPSY son también una referencia obligada en el estilo de las imágenes grotescas.
AUTOPSY es una banda de death metal americana, californiana concretamente, pero su sonido corre a medio camino entre la atmósfera elegante del death autóctono, precisa y definida, y la que en Europa surgiría con una fuerza inusitada. AUTOPSY, gracias a sus registros vocales de ultratumba y a unas distorsiones sucias y estruendosas marcaría también la trayectoria de formaciones ya igualmente capitales dentro del death, como ENTOMBED, GRAVE, DISMEMBER o CARNAGE. AUTOPSY habían creado un nuevo mundo de sonidos plásticos y malignos, gamberros y elegantes, crudos y sobrios, todo en un perfecto combo sonoro que aún sigue dejando en pañales a muchas bandas del género que recurren a distorsiones cada vez más graves para intentar sobresalir por encima de la norma. AUTOPSY no necesitaban eso, porque sus composiciones ya rezumaban dureza y maldad a partes iguales. Rezumaban auténtico old school death metal.
Con once cortes, los californianos demostraron al mundo un nuevo nivel en el mundo del metal, con baterías asesinas a cargo del líder Reifert, de golpeo preciso y macarra, rápido, sin descanso y a la yugular. Aquí no hay momentos para dormirse, solo para la dureza y para el headbanging veloz. Las guitarras de Danny Coralles y Eric Cutler ayudan a aumentar esa sensación malsana que el buen género debe transmitir y que en este álbum está más que contenida, a punto de estallar más bien. Y el componente gelatinoso, moldeable y orgánico lo pone el señor todoterreno del bajo al death metal, Steve DiGiorgio, que demostró ampliamente sus dotes como músico en TESTAMENT, SADUS o DEATH, bandas que no necesitan de presentación, y que en esta época no era más que un joven pipiolo con mucho futuro por delante.
“Charred Remains” es el tema encargado de abrir el plástico. Velocidades de vértigo y distorsiones sucias, que nos acompañarán a lo largo del álbum, es lo que principalmente vamos a encontrar aquí. Una voz desgarrada y una línea de bajo casi inaudible pero de gran calidad ponen la guinda del pastel. Alternancia de ritmos rápidos con riffs pesados muy al estilo doom-death (el corte más representativo de esta tendencia es el inicio de “Critical Madness”) completan un tema distintivo del metal extremo y un sonido que, por ende, se extiende al resto de canciones que conforman este clásico. “Service for a Vacant Coffin” es el siguiente en discordia, con un inicio arrastrado que pronto deja paso a la velocidad y a una voz muy similar al registro vocal en determinadas ocasiones de Schuldiner (algo que puede igualmente comprobarse en el quinto corte del largo, “Ridden with Disease”, donde incluso la instrumentación es acorde a “Scream Bloody Gore”). Sin embargo, el sonido de los californianos se presta a ser más seminal que a la firmeza de Florida. “Disembowel” y “Gasping for Air”(su inicio, pues el resto del tema está cerca del thrash-death con notas sueltas de carácter oscuro) son la representación del sonido pesado, fúnebre y definitorio de AUTOPSY, destacando unos solos sueltos y perdidos que definirían, junto a SLAYER, el estilo dentro del death al margen de la representativa melodía marcada por el heavy metal.
Sobre el ecuador de la grabación encontramos “Pagan Saviour”, donde la influencia de los primeros DEATH vuelve a ser más que latente, con melodías puntuales en la instrumentación para dejar paso a ritmos rápidos y voces descuartizadas, llenas de fuerza y sentimiento. La sección central del corte disminuye ligeramente la rapidez para deleitarnos con un solo acorde a la violencia sonora: corto y “descoordinado”. Con “Impending Dread” volvemos a los ritmos arrastrados y oscuros, aquellos que fijan el patrón general del álbum: alternancia de rítmica veloz con patrones pausados, siempre con momentos de transición sonora donde la velocidad aumenta o disminuye progresivamente. El mismo esquema podemos encontrar en el tema que da nombre al disco, “Severed Survival”, posiblemente el de mayor rabia del cómputo total.
Los dos últimos representantes de esta sentencia death metal son “Embalmed”, con una rítmica cercana al thrash death y diversos cambios en las guitarras y baterías, curiosas en el recorrido del álbum. Atención al solo, porque se aleja ligeramente de lo que hemos ido escuchando a lo largo del trabajo. Y para terminar, la sorpresa final, “Stillborn”, que recopila en su sonido la trayectoria de un disco impecable. No podía haber mejor final.
Como conclusión, decir que “Severed Survival” es un disco clásico e imprescindible, de los que ni siquiera necesitan presentación para disfrutar de un recorrido de violencia sonora, muchas malas pulgas, rabia y dolor. Destacar que el trabajo tuvo doble portada, la original que comenzamos explicando en esta reseña, censurada a favor de una incluso más impactante: unos cirujanos zombies operando a alguien que está viendo en todo momento cómo sufre una intervención quirúrgica bajo el frío foco del quirófano. Muchas palabras pueden decirse de este álbum, pero siempre es mejor reproducirlo a todo volumen en un buen equipo de graves, sentir la fuerza del primitivo death metal y llevar a cabo (por qué no) una equiparación entre este primer álbum de AUTOPSY y el bautismo de fuego de DEATH. El resultado es interesante tanto en cuanto ambos trabajos comparten cuestiones similares en sonido y lírica. El gore llegó para quedarse y conseguir matrimonio con el death metal, algo que continúa aún hoy y que debe continuar por los siglos de los siglos. Amén.