Crónicas Live

HELLFEST OPEN AIR FESTIVAL – 22, 23 y 24 de junio, Clisson (Francia)

Texto: José Mora | Fotografías: Jaime García

Para nosotros es más que una tradición. Es una peregrinación. Es como un viaje a la meca. Anualmente un grupo de asturianos cargamos nuestros enseres, nuestras tiendas de campaña, nuestros sacos de dormir y nuestro estrés de la rutina diaria en una furgoneta y viajamos durante doce horas hasta el bonito pueblo francés de Clisson, a pocos kilómetros de Nantes, para disfrutar de tres días de fiesta, de desahogo, de reencuentros con amigos, de comida basura, de risas y sobretodo de música, mucha música. Como digo, Hellfest para nosotros es más que un festival, es una fiesta, una experiencia, una celebración.

Hellfest cumplía 13 ediciones y el supuesto número de la mala suerte, lejos de traer un mal fario al festival galo y sus visitantes, ha traído lo que ciertamente cabía esperar: otra genial e inolvidable edición de el que probablemente sea el mejor festival de metal del mundo. Es cierto que este año daba la sensación de que la irrupción del “godzilla” Download Festival en París en los últimos años, con nombres como Guns ‘N Roses, Ozzy Osbourne o Foo Fighters como cabezas de cartel en la presente edición, podía haber afectado un poco al Hellfest en cuanto a la elección de los nombres de la zona más alta de cartel. Sin embargo, y aun contando con bandas enormes como Iron Maiden, Judas Priest, Avenged Sevenfold entre otros como parte de su line-up, Hellfest no necesita contar con los cabezas más grandes o esperados de cada año para dar forma al mejor cartel europeo. Este año la retahíla de bandas de “clase media / alta”, esos grupos que están un paso por detrás de popularidad comparado con los dinosaurios pero en muchos casos varios pasos por delante en cuanto a calidad, era simplemente abrumadora. Había muchas y para todos los gustos: Baroness, A Perfect Circle, Megadeth, Corrosion of Conformity, Gluecifer, Alice In Chains, Therion, Marilyn Manson, Eyehategod, Dimmu Borgir, Hatebreed, Bad Religion, Exodus, Neurosis, Rise Against, Parkway Drive, Accept… sigan nombrando hasta 150 bandas de tamaño y estilo dispar, desde grupos que veréis en salas de mala muerte para diez borrachos hasta bandas de estadio. Como decimos, agrupaciones de diversos rincones del mundo, de todos los colores y sabores, repartidas por seis escenarios distintos organizados por estilo. El que se aburre en Hellfest, es porque quiere.

Aparte de la cantidad y calidad de bandas, Hellfest siempre ha cuidado sobremanera la estética y experiencia del cliente, y la sensación de estar disfrutando de un evento único año tras año, de estar visitando un Disneylandia del rock que solo abre tres días anualmente, sigue estando presente en todo momento. La organización sigue siendo poco menos que intachable, y sigue puliendo año tras año las posibles deficiencias que se hayan ido produciendo o apareciendo cada edición. Contamos como siempre con fuentes para beber, zonas verdes, zonas de descanso, bonitas estatuas e infraestructuras, una variada oferta gastronómica, servicios de sobra… El pasado Hellfest nos quejamos del muchísimo polvo que tuvimos que respirar, especialmente en los mainstage… Pues este año la parte más anegada del mismo y que llenaba casi todo el recinto de polvo, la más cercana a los escenarios principales, estaba convenientemente adoquinada para evitar polvo de ningún tipo. Actualmente, los momentos en los que se levantó polvo fueron puramente anecdóticos y en ciertos puntos supongo que ya localizados por la organización para mitigar antes del año que viene. Por otro lado, las colas de entrada y para recoger pulseras, especialmente el día antes del festival a horas punta, pese a seguir estando presentes daba la sensación de haber sido reducidas bastante este año. Seguro que siguen trabajando en ello, como siempre han hecho. 150.000 “festivaliers” damos fe de ello.

A todo ello le unimos el hecho de que este año el tiempo acompañó especialmente bien. Pese a tener algunos momentos de bastante calor, en ningún momento ha sido excesivo o inaguantable como otros años, así como tampoco ha llovido ni ha hecho frío. Climatología más que adecuada para disfrutar de nuestra dosis anual de Hellfest. Como siempre, esta reseña cubre lo que servidor buenamente ha podido ver y disfrutar del mismo, quedando en el tintero un buen puñado que grupos que, por coincidencias o por lo excesivamente temprano de su show, nos quedamos con ganas de ver. Quedan pendientes para otra edición. Metiéndonos en materia puramente musical:

Viernes 22 de Junio

Decidimos comenzar la primera jornada del festival poco antes de la una de la tarde, cuando los americanos Dopethrone pusieron a prueba los graves de la PA del Valley a golpe de denso y sucio sludge. Lo cierto es que vimos a la banda bastante desacompasada y desubicada (tal vez por lo temprano del show), especialmente a su nuevo batería Shawn, al que sus compañeros parecían hacer señas e indicaciones constantemente ante la falta de solidez del que debería ser su motor. Otra vez será. A continuación, los suizos Schammasch tomaron el escenario Temple y nos ofrecieron un gran show de atmosférico y pesado black metal marca de la casa. A nivel personal, me parecen una de las mejores bandas del género en los últimos años, y no cabe duda de que sorprendieron a unos cuantos curiosos y extraños que se acercaron a su show. Tras su concierto, volvíamos de nuevo al Valley para ver como los locales Celeste congregaban a un montón de “festivaliers”. Aunque se echó de menos su curiosa puesta en escena con luces en las frentes de sus componentes, suponemos que por tratarse de un show diurno, no cabe duda de que la banda ofreció un gran concierto de post black metal hardcorizado. Ejecución pulcra, sonido contundente y en líneas generales, una descarga muy cuidada. Ojala los pillemos en sala pronto.

Tras una pequeña pausa para comer, los americanos Bongzilla hicieron todo lo que Dopethrone no supieron hacer unas horas antes. Inmersos en una nebulosa de stoner sludge, el cuarteto ofreció un recital de cómo sonar guarro pero compacto, gordo pero entendible. Muy bien. A continuación, tocaba sufrir un poco de sol, ya que en el mainstage era hora de que la legendaria Joan Jett y sus Blackhearts demostraran que los años han sido benévolos con ella. 50 minutos de mucho peso, con algunas referencias a las Runaways (“Cherry Bomb”, “You drive me wild”) y otros temazos como el inevitable “I love rock and roll” o “I hate myself for loving you” con la que se despidió. Un placer ver como la buena de Joan se mantiene en forma a nivel vocal y físico, apoyada por una gran banda y un repertorio muy competente. Tocaba ahora cambio de tercio y disfrutar de los primeros minutos del show que los suecos Meshuggah. Como siempre, ejecución digna de robots, sonido de disco, técnica sobrehumana. Intachables. Los dejamos a medias para ver como los míticos Demolition Hammer repartían estopa a diestro y siniestro en el escenario Altar. Una de esas bandas que bordearon con maestría el thrash, el death y el Groove metal a principios de los 90 pero que nunca gozó de una popularidad masiva en la escena metálica, y una gran oportunidad para disfrutar de ellos por primera vez. Gran show a base de temas de sus clásicos dos primeros discos “Tortured existence” y “Epidemic of violence”. Bromeaban como en su día tocaban en Francia para 10 personas y ahora lo hacían delante de 10.000. Auténtico culto.

Tocaba ahora disfrutar de una de esas propuestas que marcan la diferencia con otros festivales metaleros más “estándar”. Hellfest siempre sorprende con algunas píldoras muy “Roadburn” y los alemanes Mysticum, padres del black metal industrial, era uno de esos shows que no queríamos perdernos por lo espectacular de su juego de luces / pantallas y lo agresivo de su sonido. Pura violencia sónica, que a nivel personal yo habría situado en el último slot del día para acabar con el cruce perfecto entre una abrasiva rave electrónica y un ritual satánico metálico. Geniales. A continuación, vimos unos pocos minutos de Carnivore AD. Me pareció todo bastante cutre y oportunista por lo que escapamos rápidamente… ¿Qué sentido tiene girar sin el tipo que compuso casi todas las letras y música de la banda, el hombre que marcó la filosofía y sonido del grupo? Suponemos que la banda pretende que el show sea una especie de tributo a su ex compañero, pero la sombra de Peter Steele es tremendamente alargada y completar la formación con un músico que descaradamente copia el look, estilo y puesta en escena de Pete no es que sea un plato de demasiado gusto para los que somos fans de la banda. Por suerte, el main stage estaba siendo tomado por el cada vez más multitudinario Steven Wilson que demostró que le da un poco igual tocar para público metalero que para “proggers” que para oyentes de gustos más alternativos. El venía a hablar de su libro, y aunque supo tirar de temas bastante directos y técnicos (“Home invasión”, “Ancestral”, “Sleep together” de Porcupine Tree) tampoco faltó la cara más pop de su catálogo con temas de su último trabajo como “Pariah”, “To the bone” o “People who eat darkness” con sus preciosas proyecciones apoyando el show en todo momento. Gran puesta en escena, gran sonido, gran ejecución. Se nos hizo un poco corto y raro verle en este entorno, pero no cabe duda de que el bueno de Steven supo sacar muy buen provecho de su hora de slot.

Pasaban las horas, y poco antes de las nueve de la noche, mientras que los Hollywood Vampires de Johnny Depp, Alice Cooper y Joe Perry congregaban a muchos curiosos en el main stage para ver su show, los islandeses Solstafir conseguían petar el Temple stage con su particular y onírica visión del post rock metalizado cantado en su lengua materna. No cabe duda de que la banda está desde hace un par de años en su cima de popularidad y que han sabido llegar a un montón de público de varias escenas distintas con su personal propuesta. Enérgicos cuando tocó serlo, sobrios cuando tocó serlo, Solstafir firmaron un gran concierto ante una audiencia que, todo sea dicho, ya se habían ganado de antemano. Tras ellos y desde New Orleans, los enormes Eyehategod repartieron sludge para dar y tomar. No fue un show especialmente cuidado o brillante (como cabía esperar), pero ver a Mike Williams recuperado tras sus problemas de salud que le llevaron a un trasplante de hígado hace ya un par de años era razón de sobra para celebrar la actuación del cuarteto. Ojala sigan en activo por mucho más tiempo.

Tras una parada rápida para reponer fuerzas y cenar algo, encarábamos la recta final del día y  nos dirigimos al main stage donde los Stone Sour de Corey Taylor congregaban a propios y extraños, buena parte de ellos cogiendo ya hueco para lo que venía a continuación. Pillamos los últimos compases de su show así que poco se puede comentar.

Los metal gods Judas Priest ejercían de cabezas de cartel del festival en esta primera jornada del mismo, y las expectativas eran muy altas, especialmente tras el gran nivel que la banda ha mostrado en su último trabajo de estudio “Firepower”, probablemente su mejor disco desde “Painkiller”. Aunque resultaba terriblemente extraño ver a la banda sin ningún miembro de la dupla de hachas Glenn Tipton / KK Downing, el sustituto de este último, Richie Faulkner, ha dado un paso adelante en cuanto a responsabilidad en escena y tomando protagonismo en la mayoría de los solos. Andy Sneap, por su parte, ejerce de acompañante de lujo, con menos presencia bajo los focos, pero con una solidez y ejecución intachable. El concierto, de menos a más en cuanto a repertorio, comenzó un poco dubitativo en un primera mitad a base de temas de su nuevo redondo (que si bien nos gusta, en directo venimos a lo que venimos) como “Lightning Strike”, “Firepower” o “Rising from ruins”, y clásicos “no tan clásicos” como “Sinner”, “Bloodstone”, “Tyrant” o “Saints in hell”. El eterno Rob Halford, que aunque como siempre desde hace unos años sufre con temas sobrehumanos como “Painkiller”, estuvo a muy buen nivel durante casi todo el show, especialmente en los tonos medios. Como perros viejos que son, supieron dejar para la segunda mitad del concierto los pesos pesados: “Freewheel burning”, “You’ve got another thing coming”, “Hell bent for leather” (en la que las proyecciones de Glenn Tipton nos hicieron lamentar que esta noche no hiciera una aparición como en otras fechas del tour), “Metal gods” o las finales “Breaking the law” y “Living after midnight”. Es cierto que nos gustaron bastante más hace un par de años en este mismo escenario, pero no cabe duda de que fue un concierto muy digno, especialmente teniendo en cuenta la edad de Rob y lo exigente de muchos de sus temas.

A la una de la mañana y en el último slot del día pudimos disfrutar de uno de los shows más esperados a nivel personal (y casi diría que colectivo) de todo el festival. Catorce años después de su última gira europea, y con su nuevo y genial redondo “Eat the elephant” bajo el brazo, A Perfect Circle ofrecieron sin lugar a dudas uno de los mejores conciertos de los tres días. Sonido perfecto, oscura y misteriosa (pero preciosista) puesta en escena y un repertorio de mucho peso. Maynard James Keenan reducido en escena a una silueta a contraluz sobre una plataforma en la parte de atrás del escenario, alimentando su halo de misticismo y enigma como sólo él sabe, rayó a un nivel altísimo a las voces. Era una de las grandes incógnitas tras tantos años sin verlos, y demostró no haber perdido ni un ápice de la magia y emotividad que siempre tuvo en sus interpretaciones. El otro líder de la banda, Billy Howardell, ejerció por su parte como cara visible y vínculo entre grupo y audiencia durante todo el concierto. Magistral a las guitarras, coros y teclados ocasionales. El comienzo con “Counting bodies like sheep at the rhythm of the war drums” junto a la nueva “Hourglass” y el clásico “The Hollow”, inmejorable. Con un cuarto de hora en escena ya nos tenían a todos en el bolsillo. El resto del show, que no decayó en ningún momento, fue una descarga de temazos en toda regla: “Rose”, “Weak and powerless”, la referencia pop de su último single “So long and thanks for all the fish”, la épica “The doomed”… Hasta una inesperada versión del “Dog eat dog” de AC/DC para sorprender a propios y extraños funcionó a la perfección. El único pero: una hora de show se nos hizo corto, muy corto. Algunos decían “a falta de Tool, buenos son A Perfect Circle”. Con shows de este peso, no cabe duda de que el “segundo plato” es capaz de satisfacer tanto como una buena ración del primero. Genial fin de día.

Sábado 23 de Junio

La segunda jornada del Hellfest comenzaba para nosotros con la mala noticia de la inesperada muerte del ex batería de Pantera y Hellyeah, Vinnie Paul. Tras un suspiro, un trago a su salud y tras pensar como el bueno de Vinnie se está finalmente reuniendo con su hermano en el más allá, nos metimos en materia puramente musical. Abrimos fuego con los islandeses Misþyrming que, en torno a la una y media del mediodía, mostraban sus credenciales en forma de un black metal con tintes experimentales, con disonancias aquí y allá, tocado con una ejecución muy fina y una puesta en escena imponente. Los que ya les pudimos disfrutar en directo sabíamos que no iba a ser poca cosa, y así fue. A continuación, turno para los griegos 1000mods que con su stoner demostraron ser una banda que, sin pretensiones de reinventar el género con sus lanzamientos discográficos, son muy competentes y efectivos en directo.  Supieron mover al personal y hacer del Valley una pequeña fiesta. Así, ya llevan un par de años apareciendo cada vez en más y más carteles a nivel mundial. Tras ellos, vuelta al Temple stage para disfrutar de una de las bandas del momento: La psicodelia blackmetalizada de Oranssi Pazuzu está causando un sorprendente pero merecido furor teniendo en cuenta lo arriesgado de su propuesta. Su show fue una  ácida e indigesta píldora de 40 minutos de ruido de muchos quilates, a medio camino entre la más absoluta genialidad y el tedio por repetición. División de opiniones entre la audiencia, pero absolutamente nadie quedó indiferente.

Seguía el festival y en el mainstage el nuevo supergrupo Powerflo (con Senen Reyes de Cypress Hill, Billy Graziedei de Biohazard, Christian Old Wolbers anteriormente en Fear Factory y Roy Lozano de Downset) ponía a saltar a unos cuantos con su rap metalico y hardcorizado en su primera gira por Europa. A su vez, los británicos Akercocke descargaban su death metal  técnico y ambicioso en el escenario Altar con un sonido que no estuvo demasiado a la altura del show. Tras ellos, uno de los highlights del día. Había muchas ganas de ver a Heilung como la rebosante carpa del Temple stage evidenciaba unos minutos antes de que comenzaran su show. Una banda que, sin tener nada de metal, gusta mucho en los círculos “viking” por su propuesta que evoca los sonidos de la Europa nórdica medieval en forma de un show más cercano a un hipnótico ritual pagano en busca de la curación espiritual que de un concierto al uso. Nos tuvieron enganchados y ojipláticos durante sus 50 minutos de sobrecogedor show. Impecables. Tocaba ahora cambio de tercio para disfrutar de los británicos Memoriam, uno de los grandes nombres de los últimos años en la escena death metal al contar con Karl Willets de Bolt Thrower llevando la voz cantante así como con otros miembros de Benediction o los propios Bolt Thrower en sus filas. Sus lanzamientos discográficos no me han parecido especialmente sorprendentes, y no cabe duda de que buena parte de su fama viene dada por su curriculum, pero es bien cierto que en directo ofrecen un show muy competente y molón de death metal a medio tiempo directo a la cabeza.

Tras una pequeña parada para recuperar fuerzas, nos acercamos a un abarrotado main stage que quería disfrutar del show de Body Count. Los de Ice-T ya hicieron que el Warzone se quedara extremadamente pequeño hace unos años así que no cabe duda de que había ganas de volver a tenerlos en Hellfest para contentar a todos los que nos quedamos fuera aquella vez. Ice-T, con tantos años y vivencias en el negocio del entretenimiento, sabe darle a la gente lo que quiere, y comenzar su show con un tremendo medley del “Raining blood” y el “Postmortem” de Slayer era una declaración de intenciones en toda regla. La gente se volvió loca pese a que el sonido y la ejecución no era la mejor, pero no cabe duda de que sabían bien dónde estaban y le echaron huevos. El resto del show, entretenido pero un tanto alargado entre “speeches”, presentaciones de miembros de su familia, solos de batería y guitarra… No faltaron clásicos como “Talk shit, get shot”, “Voodoo” o la final e inevitable “Cop killer”. Tras unos minutos de Deftones que, sin sonar especialmente pulcros, estaban descargando un show bastante aceptable a base de clásicos, tomamos rumbo al Valley dónde nos esperaban Dead Cross, la última aventura del genio Mike Patton junto a Dave Lombardo de Slayer, Mike Crain de Retox y a Justin Pearson de The Locust. Vinieron, echaron un vistazo y vencieron con un set en el que repasaron su disco debut casi al completo y algún tema de su reciente EP. Punk / hardcore con elementos noise y caóticos, con Dave Lombardo ejerciendo de contundente metrónomo en todo momento y Mike Patton de jefe de ceremonias, enseñando todo su muestrario de registros vocales, moviéndose de un lado para el otro del escenario, usando sus sintetizadores y cacharritos vocales, riéndose de todo y todos (mención especial a sus comentarios acerca de Johnny Depp), interactuando con el público en todo momento (incluso subió a un niño a que le ayudara a hacer la versión del “Bela Lugosi’s dead” de Bauhaus) y, en resumen, liándola parda en todo momento. Los bises, en forma del “Nazi punks fuck off” de Dead Kennedys y un troleo en forma de la intro del “Raining blood” de Slayer junto a un estribillo (sí, uno solo) de “Epic” de Faith No More (“You want it all… but you can’t have it”), marca de la casa. Tremendos.

Encarábamos la recta final del día, y después de que Watain ejercieran su ceremonia satánica en el Temple y de que Cro Mags pusieran los niveles de testosterona por las nubes en el Warzone, los americanos Neurosis nos aplastaron a todos en el Valley, demostrando que, pese a ser auténticos pioneros, siguen siendo los líderes del movimiento post metal (por decir algo). Los alumnos aún no han podido superar a los maestros. Con una puesta en escena sobria, sin artificios ni un especial juego de luces, los de Scott Kelly y Steve Von Till se bastan con una ejecución perfecta, un sonido imponente y un repertorio muy equilibrado (“Given to the rising”, “Burn”, “Through silver in blood”, “A shadow memory”…) para erimirse como uno de los triunfadores de la jornada. Tras semejante demostración, las pocas fuerzas que nos quedaban las usamos para ver a los noruegos Dimmu Borgir. Una banda que en los últimos años se prodigó poco en directo y que con la excusa de su nuevo disco “Eonian” vuelven a tomar los escenarios de los festivales más multitudinarios para regocijo de los seguidores de la vertiente más sinfónica, orquestal y melódica del black metal. Pese a llevar bastante material pregrabado (inevitable en una propuesta tan sumamente barroca y sobrecargada), la banda ha demostrado volver en plena forma, con una gran puesta en escena, muy buen sonido y un repertorio con bastante material de sus últimos discos (“The unveiling”, “The serpentine offering”, “Dimmu Borgir”…) así como unas cuantas referencias a los clásicos inevitables (“Mourning palace”, “Puritania”…).  No estuvo nada mal para acabar el día.

Domingo 24 de Junio

Tras unas horas de sueño revitalizante, comenzaba para nosotros la última jornada del festival poco antes de la una del mediodía, cuando los británicos Warning ofrecían un corto pero denso set del doom metal más melancólico y depresivo. Buen concierto, aunque es cierto que su propuesta no es la más recomendada para una sesión “vermouth”. Seguía el festival y mientras que Shinedown presentaban sus credenciales en el mainstage, The Great Old Ones hacía lo propio en el Temple y The Lords of Altamont rockeaban guapamente en el Warzone. Nuestro siguiente aperitivo fueron los thrashers alemanes Exumer, a nivel personal una de las sorpresas más agradables del festival (no sé por qué tenía en mente que su hueco lo ocupaban los grinders americanos Exhumed) ya que, como nos pasó con Onslaught hace unos años, pese a tratarse de una banda de segunda (o tercera) fila a nivel de popularidad dentro del género, sobre las tablas se mostraron como una apisonadora thrasher que arrancó el headbanging de todos los presentes y consiguió que las primeras filas fueran un moshpit constante durante su actuación. Geniales.

Seguía la música y el de The Lurking Fear, pese a coincidir en horarios con los americanos Nebula, era uno de esos bolos que no queríamos perdernos. Formados por parte de At The Gates (Thomas a la voz, Jonas a la guitarra, Adrian a la batería) así como ex miembros de bandas como Edge of Sanity, Disfear o Skitsystem, su disco debut es una oda al death metal sueco “viejuno”, interpretado por auténticos todoterreno dentro del género. En directo, como cabía esperar, tuvimos mucho oficio, sonido motosierra, tupatupa y todos los ingredientes necesarios para que los que disfrutamos especialmente con el death metal escandinavo quedáramos más que satisfechos. Después de que Killswitch Engage ofrecieran un muy buen concierto en el mainstage, nos tocaba disfrutar de la que consideramos una de las bandas del momento. Zeal and Ardor tienen todo lo que hace falta para poder triunfar: sonido propio (ese extraño híbrido entre blues, góspel y black metal no pasa desapercibido), una imagen y puesta en escena francamente buena, buenas canciones y un directo pulcro y cuidado. Alternaron temas de sus dos discos de estudio y entre tanto temazo, el perfeccionista sonido, el currazo vocal y un impresionante juego de luces, consiguieron sorprender a muchos y dar forma a uno de los conciertos del festival. Están creciendo como la espuma (de forma más que merecida), y me da que en los próximos años vamos a oír hablar mucho de ellos y verles ocupar puestos cada vez más altos en los carteles de medio mundo.

A media tarde, mientras que Arch Enemy y Backyard Babies hacían lo suyo en el mainstage y el warzone respectivamente, a nosotros nos tocaba disfrutar de la liturgia que los polacos Batushka nos tenían preparados. Con su puesta en escena y su imagen basada en las religiones ortodoxas, estaba claro que este también era uno de esos conciertos que iban más allá del contenido puramente musical, así que no quisimos perdérnoslos. Interpretaron su único disco “Litourgiya” al completo, una demostración de black metal crudo pero melódico de primer nivel, con el plus añadido de tener la sensación de estar presenciando un oscuro y extraño rito religioso más que un concierto de metal extremo. Otra banda que está creciendo a pasos agigantados desde su irrupción en 2015, habrá que ver hasta donde consiguen llegar. Con descargas como ésta, seguro que lejos.

El siguiente slot, con una triple coincidencia entre Megadeth, Amorphis y Baroness, se nos antojaba francamente difícil de resolver. Sin embargo, la noticia de que Sebastian, batería de Baroness, había tenido que viajar de vuelta a Estados Unidos por cuestiones personales y de que el show de la banda sería especial en formato acústico, nos hizo decantarnos por ellos. La banda, con el enorme John Dier Baizley dirigiéndose al respetable francamente emocionado, comentaba como sólo habían podido preparar el show unas horas antes del mismo, lo cual le dio al mismo un plus de espontaneidad y sinceridad como pocas veces habíamos podido experimentar sobre un escenario como el del Hellfest. En tiempo record, la banda había re-arreglado sus propios temas en formación de dos guitarras acústicas y un teclado Fender Rhodes, y lo cierto es que esas canciones que de por sí ya tienen una carga emocional muy grande, envueltas en ese improvisado formato sonaban aún más emotivas y preciosas. “March to the sea”, “If I have to wake up (would you stop the rain)”, “Chlorine and wine”, “Cocainium”, “Foolsong”… así hasta el impresionante final en forma de crescendo de “Eula”.  Un concierto francamente precioso.

Al acabar Baroness, rápidamente intentamos situarnos lo más cerca posible del frontal de los mainstage, donde Alice In Chains acababan de comenzar su show. Más allá de analizar o discutir si tiene sentido o no unos Alice In Chains sin Laine Staley (este debate ya lo superamos hace mucho, ¿no?), no cabe duda de que Jerry Cantrell y los suyos siguen sonando tan bien como siempre en directo y que su repertorio, entre clásicos y algún tema más moderno, sigue siendo casi una antología de parte del mejor rock de los 90. Con William Duvall mucho más suelto e integrado de lo que le vimos en 2010 cuando tocaron en varios festivales españoles presentado su disco de reunión “Black gives way to blue”, la banda no decepcionó lo más mínimo. Cayeron todas las esperadas: “Check my brain”, “Them bones”, “Nutshell” (dedicada a la memoria de Vinnie Paul), “We die Young”, “Would”, “Rooster”… Todo temazos, así que nada que reprocharles.

Seguíamos con los mainstages donde el tour “Legacy of the beast” de Iron Maiden recalaba esta noche. Se había hablado mucho acerca de esta gira, dónde el setlist de la banda es poco menos que inmejorable (con todos los clásicos por excelencia y temas que se echaban de menos en las últimas giras) y el montaje presumía de ser el más grande y espectacular de la historia de la doncella de hierro. Dejamos el concierto a medias ya que nos agobiamos un poco con el petazo de gente, la cantidad de personas que no saben comportarse cuando tocan estos grupos multitudinarios y el “crowdsurfing” de varias decenas de listillos incluso en zonas alejadas al escenario y durante temas más tranquilos. Sin embargo, durante la primera hora de show, pudimos disfrutar de temazos como “Aces High”, “Revelations”, “For the greater good of god”, “Where eagles dare”, “The trooper”… El sonido, tan bueno como siempre desde casi cualquier ubicación. Bruce Dickinson, que se dirigía agradecido al público con parrafadas en un muy buen francés,  se sigue pegando unas carreras y unas palizas físicas espectaculares durante todo el show y, aunque va un poco más justito para alcanzar alguna nota especialmente aguda, sigue sonando tan bien como siempre durante casi toda la descarga de la banda. No cabe duda de que son unos profesionales de tomo y lomo. Así, después de escapar del agobio y los gajes de los mainstage, nos dirigimos al Warzone donde Nicke Andersson, su socio Dregen y el resto de Hellacopters demostraron que no se les ha olvidado nada eso de ser una engrasada máquina de hacer rock and roll. Con un set más equilibrado que el que trajeron el pasado 2017 al Azkena rock, no faltaron concesiones a casi todas las épocas de la banda: “Toys and flavors”, “By the grace of god”, “The devil stole the beat from the lord”, “Soulseller” o la final “Gotta get some action now”… Ritmo, sonido, canciones, actitud, entrega… un conciertazo con todas las reglas.

Tras ellos, la organización del festival congregaba a todos los presentes a los main stages donde presentaban un adelanto de cinco bandas para la próxima edición del festival: Dropkick Murphys, el último concierto en Francia de la historia de Slayer, Carcass, los héroes locales Mass Hysteria y la gira “The final battle” de Manowar formarán parte del line up de Hellfest 2019. A medio camino entre la sorpresa y la carcajada nos quedamos cuando el propio Joey DeMaio de Manowar apareció en persona en el escenario principal para, a medio camino entre la promoción y la amenaza, confirmar la noticia de su presencia en el festival el año que viene y advertirnos de que su show va a traer el auténtico metal de vuelta a Francia, de que el suelo se va a abrir durante la misma, de que no bromea lo más mínimo y de que vamos a quedar flipados con su descarga. No cabe duda de que sus dotes y estrategia de marketing no han cambiado demasiado en los últimos años.

Así, encarábamos la recta final del festival y  nos tocaba disfrutar de Amenra en el Valley. Pese a haber disfrutado de los belgas en directo varias veces en los últimos años, siempre fueron conciertos de muchísimo peso, por lo que teníamos ganas de volver a disfrutar una vez más de su oscura, lúgubre y siniestra ceremonia. Con un abrumador sonido, una visceral interpretación y unas sobrecogedoras proyecciones visuales, Amenra volvieron a triunfar y a dejarnos despeinados a todos los presentes. Diría que tocaron casi todo material de su último redondo “Mass VI” con la única concesión a material anterior en forma de la inevitable “Nowena”. De nuevo, un concierto genial que guardaremos en nuestras retinas por una buena temporada. A continuación, nos tocaba acabar el festival con los franceses Carpenter Brut. La idea inicial, teniendo en cuenta el cansancio acumulado después de tres días de festival, era ver tres o cuatro temas y dar por finalizado el día, sin embargo la fiesta que montaron era tan sumamente grande y divertida que nos metieron un subidón de energía y consiguieron que nos quedásemos pasándolo en grande hasta la última nota de su set. Su synthwave, plagado de tributos y referencias a la cultura freak y pop de los 80, es la elección perfecta para acabar cualquier festival por todo lo alto. Toda la carpa saltó, cantó, bailó y se vació al saber que estos eran los últimos cartuchos del festival. No faltaron todos los temazos: “Leather teeth”, “Cheerleader effect”, “Inferno galore”, “Beware of the beast” (con Mat McNerney de Grave Pleasures y Hexvessel a la voz) así como el tremendo final versionando el mítico “Maniac” de la banda sonora de Flashdance. Nos tuvieron enganchados hasta el final y nos fuimos con una sonrisa en la cara. Inmejorable epílogo para una edición más de Hellfest.

Y así terminaba un año más nuestra tradicional visita a Hellfest. Una edición en la que el festival sigue consolidándose en la cima de la industria festivalera a nivel europeo, de nuevo sobresaliente a nivel organizativo y de bandas. Tras unas horas de sueño, tocaba recoger nuestros bártulos, cargarlos de nuevo en la furgoneta y pegarnos la paliza de vuelta a casa, de vuelta a la rutina diaria. El consuelo, un año más, saber que 362 días después volveríamos a Hellfest. Como rezaba el slogan promocional del festival este año… “You can’t control it!”.

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