No recuerdo exactamente el año, pero corrían los primeros de la década de los 90’s y, por fin, adquirí mi primer CD. Un par de semanas después de su pago, llegó al domicilio parental (para su desgracia) aquel primer CD que, a fecha de hoy, todavía conservo: “The Mind is a terrible thing to taste” de MINISTRY. Mi primer acercamiento al industrial fue con aquella bomba, y unos años después vendría el “The Downward Spiral” de los NIN. Luego ya descubriría todo el universo subyacente, pero esos dos álbumes articularon mi gusto por el género. ¡Colorea y aprende con Teo!
Desde entonces, siempre que hay industrial, acudo a su llamada. No son cantos de sirena, sino golpes sobre superficies metálicas, silbidos de vapor, samples y sobresaturación de pistas… y ya que buscamos esos, TRISTWOOD te lo van a dar pero a base de bien. Que comencemos con esa pista de teclados, de sonidos con efectos cósmicos, titulada “Re-Enthronement of the Damned” y que la guitarra entre reventando empastes mientras esos sonidos cósmicos quedan en loop, abrumados por una bomba termobárica de percusión y vocales desquiciados… que todo esté presente a un volumen violador… te dejan temblando cual plato de gelatina. Y eso solo ha sido el inicio. Recuerdo la primera vez que puse a reproducir el “Spiral” de los NIN. La bestial producción de las guitarras en el primer tema, “Mr. Self Destruct”, me pilló completamente por sorpresa (de hecho, pensé que se me habían jodido los altavoces). Desde entonces, uno busca siempre ese sonido bestial y saturado. Hola, TRISTWOOD, mi nueva banda favorita.
Y es que la despiadada “He who traversed a greater oblivion” se ancla en el Black/Death (ese doble bombo ametrallando), pero cuando escuchamos con detenimiento la guitarra tiene ese acoplado y abrumador sonido de tratamiento industrial, de hecho, ahí se quedan acopladas hasta el final. Un tema quizá un poco plano, pero el molestómetro de tus vecinos se va a poner en +100 puntos (qué es lo que interesa). Un poco mejor se ponen las cosas en el siguiente tema, “A Blackcrowned majesty” dónde volvemos a mezclar pistas de teclados más etéreas con abrasiva percusión, muros impenetrables de guitarras distorsionadas, voces que son gruñidos de los sabuesos del Averno para desembocar en una parte central totalmente delirante, trayendo directamente a los MINISTRY al salón de tu casa. “Her wraith through Stygonian Lands” no me trae a los KOVENANT, sino de nuevo a los más bestias sonidos: un muro de sonido en el que me gustaría poder distinguir algo más (se me viene a la cabeza THE BERZERKER: no llegan a ese nivel, un poquito menos saturados, un poquito menos Death-Grind, pero con la misma actitud destructora).
Por lo menos, “The Hall of Rauthra’s Fate” nos trae un poco más de diversidad, aunque siempre dentro del universo TRISTWOOD y parecen centrarse más en la vertiente Black Metal con los Blast-beats del principio, pero en seguida nos percatamos que es otra vez lo mismo, agresión por agresión, muro sónico por muro sónico. Pero sí, en “Acherontic Deathcult” si me consiguen enganchar, aquí sí, cuando rebajan la tensión musical mediante la inserción de esos pasajes de teclados que me permiten navegar (o esquivar, diría) entre toda la artillería metálica. “Bone catedral” pasa como masticando vidrio para enlazar con la final “Nightshade eternal”, una orgiástica tormenta de decibelios, un insano acercamiento a la utilización de los sonidos industriales al Black…
TRISTWOOD pueden que utilicen elementos e instrumentos del industrial y de los estilos electrónicos, sintetizadores y samples; pero a todos ellos les dan el mismo tratamiento que en su vertiente más Black. Hay algo insano, irreverente y despiadado en esta obra, sea guitarra, sea voz o sea sinte. Una banda más para añadir al molestómetro. ¡Y, oye, yo encantado!
Puntuación
Nota - 8
8
Nota
TRISTWOOD pueden que utilicen elementos e instrumentos del industrial y de los estilos electrónicos, sintetizadores y samples; pero a todos ellos les dan el mismo tratamiento que en su vertiente más Black. Hay algo insano, irreverente y despiadado en esta obra, sea guitarra, sea voz o sea sinte. Una banda más para añadir al molestómetro. ¡Y, oye, yo encantado!